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5:00 AM, en una mañana casual, repetida y ordinaria, ña Morena le dice a su hija: "¡Tere…!, tereho py ejogua coquito", pues para ellas resulta un delito beber el cocido matutino sin ese acompañante principal. Teresa, una muchacha joven de 28 años con una figura esbelta y una cabellera negra, causante de alimentar la envidia de las vecinas de la cuadra, es conocida como la "Rubí" del barrio, ya que su inclinación ante la vanidad y el ñembo lujo la consagran como "pobre, pero de las finas".
La típica blusa elastizada al cuerpo con serigrafía de Gucci y los tacones de 15 centímetros eran las prendas que activaban las críticas de ña Ramona, don Julio, doña Monse y otros vecinos con esencia de detectives. Aunque no tenga casi nada y le guste la vida cara, Teresa siempre mantiene la frente en alto y los objetivos bien claros, pues ella prevé cada paso de su futuro.
En una oportunidad, donde acertar en el blanco resultaba sencillo, "Rubí", siendo cajera en un restaurante, conoció a un hombre inválido de aproximadamente 60 años que la trató como nunca nadie lo había hecho en toda su vida. "Touché", pensó la diva al notar los relojes Rolex que llevaba puesto el cliente, quien no dudó un segundo en invitarla a tomar un café.
Para que sus beneficios y comodidades estén a salvo, Teresa tuvo que aliarse con el interés y, en ocasiones, el egoísmo. Todo parecía ir rápido y, al parecer, el hombre quedó fascinado con la forma de ser de "Rubí", pues cuando llegó el momento del cafecito, un detalle despertó el interés de Teresa, aunque trató de disimularlo; un collar de marca no te regala cualquiera.
Sería insensato no darse cuenta de la obviedad que significaba ese valioso detalle, pues el hombre, con un buen pasar económico, a través de tan considerable regalo, le dio a entender que poseía mucho dinero. De pronto, las redes sociales de Teresa comenzaron a aumentar de seguidores por presumir sus objetos de valor: selfies con smartphone de última gama, coches del año y atuendos de diseñadores, esta vez, originales.
Con un toque audaz, Teresa sabía que nunca podría conformarse con pequeños grandes giros y, con parafraseos y carraspeos, insinuaba una boda a quien sería su futuro prometido. Con una sonrisa pícara, ña Morena, su madre, le dijo a Teresa: “Estoy orgullosa, mi princesa hermosa”, pues también disfrutaría los lujos de su hija.
El objetivo de Teresa se llevó a cabo con éxito, pues fue protagonista de una boda majestuosa al estilo burgués. No obstante, luego de dos años, el “vivieron felices para siempre” solo aplicaba con Tere, ya que el hombre inválido “accidentalmente” cayó por las escaleras, ocasionando una desgracia; entonces, ña Morena, Teresa y una gran herencia vivieron felices para siempre.
Fin.
Por Ezequiel Alegre (19 años)