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El fin de la adolescencia trae consigo una gran cantidad de cambios y un aumento de las responsabilidades. Pronto, uno se da cuenta de que la vida en el colegio no era tan agobiante como parecía; aunque se debe decir que también existen ciertos beneficios por ser mayor de edad.
Cuando nuestro cumpleaños número 18 se hace presente, ya somos considerados adultos por ley; responsabilidad e independencia recaen sobre nuestros hombros y algunas cuestiones se vuelven un poco más complicadas. Hay tantos cambios que se producen una readaptación a la vida y una nueva rutina, debiendo dejar atrás lo que veníamos haciendo durante más de una década y media.
Durante la niñez y adolescencia deseamos con ansias llegar a la mayoría de edad. Pensamos que al fin podremos hacer lo que se nos venga en gana, que todo va a ser fantástico y que vamos a ser libres al fin.
La verdad es que hay algunos beneficios, como asistir a conciertos, bares y otros lugares que no permiten la entrada a menores de edad. A los 18 años también se puede sacar un registro de conducir, colocar adquisiciones a tu nombre, figurar como un ciudadano y votar en las elecciones.
Pero para disfrutar de muchas de las ventajas que trae consigo la mayoría de edad, también se debe sudar la gota gorda. Primero que nada, en los estudios; la facultad admite menos fallos que el colegio; no van a llamar a tus padres por una falta que cometiste, pero es tu futuro el que está en tus manos y depende uno mismo hacer las cosas bien.
Ya sea en la UNA o en una universidad privada, los esfuerzos se deben maximizar, dejando varias veces de lado encuentros con amigos o momentos de ocio. El gran camino para obtener un título hace que la mayoría extrañe el colegio por momentos.
Algo que conlleva incluso más responsabilidad es el trabajo; los jóvenes que buscan una fuente de ingresos, ya sea para ayudar a su familia o pagar los estudios, tienen que recorrer varios días para encontrar un espacio. En estos tiempos de mucha escasez laboral en nuestro país, cualquier trabajo es bien recibido, pero eso no significa que será todo color de rosas, ya que muchos chicos sufren de explotación, carga horaria exagerada y pagos menores a los establecidos por ley.
Cuando todo comienza a unificarse en la vida del joven mayor de edad, es como un fuerte golpe que aguantar, porque además de que los estudios se multiplican, las responsabilidades crecen y los ingresos se vuelven indispensables para sobrevivir, también los problemas se tornan más complejos. No se puede decir que cumplir 18 años es una mala noticia, sino un antes y un después que hay que saber cómo superar y saber aguantar para disfrutar de un futuro brillante.
Por Diego Benítez (20 años)