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“Mi interés hacia el ciclismo empezó cuando tenía 11 años: en un viaje que realicé a Caacupé con mis padres, vi a un grupo de ciclistas y me pareció increíble que hayan llegado pedaleando a esa ciudad. La idea de recorrer numerosos lugares y hacer lo mismo que esas personas me cautivó”, cuenta Agua Marina.
La joven menciona que comenzó a entrenar gracias a la ayuda de un amigo ciclista, Gustavo Miño, quien le prestó una bicicleta porque la suya era muy viejita. “Conocí a Gustavo Miño y a Javier Chávez un día que estaba andando sobre la avenida Acceso Sur y les dije que mi sueño era ser como ellos”, relata Marina.
La joven cuenta que el ciclismo puede resultar un tanto difícil, ya que podés entrenar muy duro para una carrera, pero un desperfecto, quizás, te deje fuera de la misma. “Lo más complicado para mí es lo ingrato que puede ser este deporte; entrenaste meses para el desafío y, el día de la competencia, una avería o una caída te dejarán eliminada de la contienda”, dice Espínola.
Por otra parte, “lo que más me gusta de este deporte es que puedo apreciar que el trabajo duro vence al talento. No solo importa lo fuerte que uno sea, sino también la inteligencia y la perseverancia”, afirma la ciclista. Agua Marina cuenta que la primera carrera que disputó y ganó fue en Paraguarí, donde debió recorrer 70 kilómetros.
“Gané una carrera en Paraguarí porque fui la única mujer en la categoría”, cuenta entre risas la ciclista. También, Marina resalta que su logro más significativo fue un tercer lugar en una competencia en Francia. “ El Gran Prix de Izernore fue muy especial para mí, pues era mi debut en una categoría importante y jamás imaginé que llegaría a subir a uno de los escalones del podio”, cuenta la atleta.
Espínola también destaca su logro obtenido este año en brasil que le permitió clasificar a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Además, afirma que estos méritos son fruto del inmenso esfuerzo que viene realizando.
“Clasificar a los Juegos Olímpicos en Tokio constituye un premio al esfuerzo y también a la fortaleza de afrontar los desafíos con el corazón, pese a las dificultades. Una lección que, hasta ahora, me dejó el ciclismo es que, aunque no se vean los resultados que esperás, hay que seguir adelante, ya que no sabemos si el destino te pondrá algo bueno a la vuelta de la esquina”, dice la joven.
“Mi consejo para los jóvenes es que no se desvíen del rumbo de sus sueños ni vayan por el camino más fácil, sino por el sendero que más crecimiento les pueda dar. No dejes que te digan que no podés realizar algo; si tenés un anhelo, ve tras el mismo y punto”, concluye Agua Marina.
Por Alejandro Gauna (18 años)