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Más de una vez, cuando lágrimas bañaban tu rostro y la tristeza inundaba tu día a día, un silencioso amiguito te mostró su apoyo incondicional, con un simple meneo de cola y el inconfundible ruido de sus patitas recorriendo merodeando a tu alrededor. Además de hacernos compañía en los días grises, los canes también tienen el “superpoder” de contribuir al tratamiento de trastornos psicológicos como la depresión y enfermedades como el cáncer.
La “caninoterapia” es utilizada tanto en niños como adultos; así pues, los perritos son los aliados indispensables de varios chicos que siguen un tratamiento oncológico en el Instituto Nacional del Cáncer. Wanda, Pía y Coti son los nombres de las heroínas perrunas que alegran las jornadas de los niños de este hospital.
Diego Torres, uno de los impulsores de esta iniciativa que ayuda a varios niños con cáncer, mencionó que la idea de llevar a cabo el programa surgió luego de que Pía, su labradora, le ayudase a superar la depresión. Si bien la caninoterapia no puede suplantar el tratamiento de trastornos y enfermedades, el soporte de los perritos sirve para acompañar a los pacientes durante estos procesos, volviéndolos más llevaderos.
Igualmente, desde el año 2007, profesionales de Teletón realizan terapias asistidas con perros. Este tratamiento, según la organización, constituye un “recurso terapéutico que favorece el logro de objetivos y contribuye al proceso de rehabilitación de los niños y jóvenes en situación de discapacidad”.
Mejorías en el funcionamiento físico, social, emocional y cognitivo de las personas, optimización en el rendimiento y desempeño de los niños durante el proceso de rehabilitación, motivación en el tratamiento por parte de las familias y sus usuarios e, incluso, avances en el control motor de personas que sufren parálisis cerebral, constituyen algunos beneficios de la caninoterapia, según profesionales de Teletón.
Por otro lado, de la mano del equipo de Unidad Canina sin Fronteras, hace un tiempo se puso en práctica la terapia asistida con perros en la cárcel del Buen Pastor. Allí, el encargado de entregar su amor y cariño a las internas fue un can llamado Tarko; María Estela Martínez, la psicóloga clínica del equipo de la unidad mencionó a la prensa que el objetivo del programa, que consistió en diez visitas del peludo al penal, fue promover la reinserción emocional de las reclusas a través de animal.
Debe ser cierto que el perro es el mejor amigo del hombre, pues los canes son capaces de regalar su incondicional afecto, sin esperar nada a cambio, y obsequiar un fiel apoyo ante las adversidades. En definitiva, estos amigos peludos, que entregan sus vidas al servicio de personas que los necesitan, son un prueba viviente de que el amor de estos animales tiene la capacidad de sanar muchas heridas.
Por Agustina Vallena (19 años)