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Tantos años, en los que solo existía el intenso deseo de culminar con estas interminables horas de estudio y descansar de tareas, trabajos prácticos y pruebas que dan dolor de cabeza, transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos. Ahora el bullicio a comienzo de año se va atenuando en la memoria, quedando solo leves recuerdos de una clase cargada de efervescencia, tras la salida de algún profesor.
Cada vez falta menos para el final de clases y las sensaciones se dividen entre aquellos que se encuentran aliviados y los que quieren alargar un poco más su etapa de estudiante. Sin embargo, pese a las diferencias, la ansiedad por empezar una nueva etapa y no estar seguros del porvenir son estados de ánimo que, inconscientemente, unen a todos.
De esta manera, presenciamos al finalizar el colegio a dos tipos de estudiantes: el que se ha esforzado durante todo el año y aquel que perdió todos sus puntos y su ausencia marcaba un lugar vacío en la lista de clases. Así también, la complicidad de algunos docentes tampoco podría faltar pues, sorpresivamente, en el último curso su nivel de exigencia disminuyó, permitiendo pasar a estudiantes menos aplicados con un siempre bienvenido 2.
Cuando el tiempo libre parecía tocar las puertas de la clase, la fecha para defender el proyecto se hizo presente, provocando lagunas mentales en la exposición del más avispado del curso y quitando el sueño, a causa del estrés, a los menos aventajados del colegio.
Como broche de oro, para descolocar las ideas de muchos, las responsabilidades hacen un llamado de alerta a la vida del futuro exa, quien ya debe decidir la facultad a la que irá, poniéndolo bajo presión a la hora de optar por un cursillo, si pretende realizar su examen de ingreso. De una manera inesperada, el egoísmo del tiempo sacó de su ensueño a los alumnos, haciendo pasar los meses con tanta rapidez, hasta el punto de ver el inicio de clases como algo que solo ocurrió hace semanas.
No obstante, al final llegará el respiro buscado por todos a su manera, culminando una etapa que, pese al tedio, el hartazgo y los enojos, representa gran parte de la vida de muchos y siempre traerá más de una anécdota en conversaciones triviales con otras personas. Así, aunque parezca que terminó la pesadez, vivida de forma llevadera en el colegio, nuevas metas con sus respectivas dificultades están esperando al término del año, para marcar nuevos ciclos en nuestra vida.
Por Macarena Duarte (17 años)