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Hace algunos siglos, el libertador Simón Bolívar escribió: “Nada es tan peligroso como mantener por largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. Al parecer, esta aseveración nunca quedó olvidada entre las páginas de viejas tendencias pues, especialmente en Latinoamérica, diversos mandatarios (incluyendo la república “bolivariana” de Maduro) han aprovechado la figura de la reelección presidencial para perpetuarse en el poder, desatando así regímenes totalitarios y represivos.
La dictadura del Gral. Alfredo Stroessner, que marcó a fuego la memoria colectiva del pueblo paraguayo, constituye un claro ejemplo de dicha realidad. En mayo de 1954, el militar y representante del Partido Colorado asumía el poder mediante un golpe de Estado y, en 1967, cuando el bastón de mando se le iba de las manos, impuso una nueva Constitución, que le permitiría ser reelecto por un periodo más.
Llegó el año 1977 y el artículo 173 de la Carta Magna señaló a Stroessner la fecha de caducidad de su estancia en el palacio de los López. No obstante, este principio no fue un impedimento para su estructura de poder ya que, a través de una enmienda constitucional, estableció la reelección presidencial indefinida, suprimiendo por 35 años las libertades cívicas del pueblo paraguayo.
Con el fin de preservar la democracia, desde 1992, la Constitución Nacional estableció que “El Presidente de la República y el Vicepresidente duran cinco años improrrogables en el ejercicio de sus funciones”. Asimismo, la Carta Magna también expresa que ambas figuras del Ejecutivo “no podrán ser reelectas en ningún caso”.
Ahora, utilizando el recurso de la reforma constitucional y haciendo uso de una mentalidad que niega la historia, el Consejo Nacional de Presidentes de Seccionales del Partido Colorado busca insertar la figura de la reelección presidencial, recolectando 30.000 firmas para una Asamblea Nacional Constituyente. Con la expresión “es sano para la democracia”, la cabeza de esta entidad, Edgar López, defendió su iniciativa.
REELECCIÓN: “EN NINGÚN CASO”
“La figura de la reelección presidencial no es la adecuada para nuestra realidad política. Desde la independencia nacional, tuvimos gobiernos que tienden a la autocracia y ese es un problema cultural muy arraigado en el país", explica el exdiputado Sebastián Acha. Asimismo, quien fuera miembro de la Cámara Baja comenta que no haber incluido la figura de la reelección presidencial, en la Convención Constituyente de 1992, ha sido una acción sabia, pues evitó que la idea de la entronización en el poder se establezca en el país, a diferencia de otros estados de la región.
Para Acha, desde la construcción social de la cultura guaraní, que no aceptaba la disenso, hasta la hegemonía liberal y los gobiernos militares posteriores, pasando por dictadura stronista, diversos hechos históricos marcaron a la sociedad paraguaya, limitando la participación activa de la ciudadanía. "No somos una sociedad que se caracteriza por el debate y la tolerancia política; en el campo de la reelección presidencial, esto podría significar la imposición de una idea sobre otra y eso es muy peligroso", comenta.
Por otro lado, el exdiputado manifiesta que en nuestro país la figura de la reelección presidencial se convirtiría en una herramienta de cooptación del poder, pues nuestro sistema carece de institucionalidad. Asimismo, el entrevistado comenta que en otros gobiernos, como el estadounidense y los europeos, la fortaleza de las instituciones sociales protege a la ciudadanía; de ahí que, mientras Inglaterra ni siquiera necesita de una Constitución escrita, en Paraguay se sigue discutiendo el significado de la expresión "bajo ningún caso", que constituye un precepto de la Carta Magna.
EL PODER POLÍTICO EN MANOS DE UNA DINASTÍA
Desde las regiones del continente europeo, hasta los territorios americanos, la figura de la reelección presidencial ha sido el foco de diversas polémicas. De ahí que, periodos de gobierno indefinidos, entronización en el poder y actitudes autoritarias constituyen los rasgos que caracterizan los sistemas políticos de diversas naciones.
“Si no hay Putin, no hay Rusia”, constituían las palabras que, en el discurso de una campaña política, emitió el segundo al mando del gabinete ruso, Vladimir Ostrovenko. Así pues, Vladimir Putin retornó al poder en el 2012, luego de dos periodos de gobierno consecutivos, de 1999 al 2008. El primer mandatario ruso realizó varias reformas constitucionales que le permitieron perpetuarse en el poder y extender la duración del periodo de mandato de los jefes de Estado, de cuatro a seis años.
Si bien para los gobiernos occidentales Putin es considerado un autócrata, su popularidad sigue creciendo entre los rusos. En el 2018, fue reelecto para el periodo gubernamental que se extenderá hasta el 2024, convirtiéndose así en uno de los líderes con más trascendencia en su sistema político.
“Si ser un dictador quiere decir gobernar por decreto, entonces podría usar ese argumento para acusar al papa de ser un dictador”, expreso Fidel Castro, en una entrevista para la revista Playboy del año 1985. Desde el 1 de enero de 1959, cuando triunfó la revolución cubana, Castro ocupó la presidencia de la isla caribeña; imponiendo reformas comunistas.
Entre represión y autoritarismo, su poder no conoció límites y se ocupó hasta de supervisar detalles mínimos como un programa de crianza de vacas lecheras. En el 2008, Fidel castro cedió su cargo de primer mandatario a su hermano Raúl y, posteriormente, falleció en el 2016.
ARTIMAÑAS CONTRA LA CONSTITUCIÓN
En 1998, con 44 años de edad, Hugo Chávez alcanzó la presidencia de Venezuela. Un año después, impuso una nueva Constitución que le permitió extender su mandato y reducir la influencia de la Asamblea Nacional de Venezuela. Referéndums para prolongar su estadía al mando del Ejecutivo, además de la clausura de canales y radios, caracterizaron los años de poder del chavismo.
Hugo Chávez falleció luego de pelear contra el cáncer y dejó como sucesor a Nicolás Maduro, su entonces vicepresidente, en el 2013. Con el advenimiento del madurismo, se ha endurecido la crisis social en Venezuela. Entre protestas masivas y manipulaciones constitucionales, en el 2019, Maduro juró su segundo mandato presidencial, pero la comunidad democrática internacional se ha negado a reconocer la legitimidad de su gobierno y, por tanto, se lo considera un usurpador del poder.
Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia en el 2006 como el primer líder indígena, además de haber sido el líder de los traficantes de coca. No obstante, a través de diversas artimañas contra la democracia, ha logrado mantenerse en el poder. En este sentido, vale la pena mencionar que la Constitución boliviana solo admite dos periodos presidenciales consecutivos pero, en el 2014, Morales argumentó que su primer mandato no contaba, pues lo ejerció antes de la promulgación de la Carta Magna del 2009; consecuentemente, fue reelecto.
Con la ayuda del Tribunal Constitucional, en el 2016, Morales se negó a reconocer un referéndum que le prohibió una nueva candidatura a la presidencia y logró imponerse para su cuarto periodo. Ahora, entre denuncias de fraude electoral y el descontento de la población, alcanzó una supuesta victoria, que será auditada por la Organización de los Estados Americanos.
El Paraguay no puede permanecer excluido de la lista de ejemplos negativos pues, a pesar de que la Constitución Nacional expresa claramente que "no habrá reelección en ningún caso", expresidentes como Nicanor Duarte Frutos, Fernando Lugo y Horacio Cartes han emprendido medidas para prolongar su estadía en el poder. No debemos olvidar que el 31 de marzo del 2017, una mayoría de 25 senadores se reunió a puertas cerradas para aprobar el controversial proyecto de la reelección presidencial vía enmienda constitucional, arrastrando a la ciudadanía a quemar el Congreso en defensa de la Carta Magna.
REELECCIÓN INDEFINIDA ES IGUAL A ABUSO DE PODER
“Categóricamente, no estoy de acuerdo con la figura de la reelección presidencial porque 10 años es mucho para un presidente. Además, si el primer mandatario vuelve a candidatarse, tiene muchas ventajas frente a su contricante, pues toda la estructura del Estado está en sus manos", expresa el exministro de Defensa y Educación, Horacio Galeano Perrone. De igual forma, el analista político comenta que, siguiendo el ejemplo de la historia política paraguaya y el proceso de la dictadura stronista, evitar la figura de la reelección presidencial constituye una medidad saludable para la construcción de la democracia y las instituciones republicanas.
Para Galeano Perrone, en nuestro país, la figura de la reelección podría desembocar en el abuso del poder. "Casos como el de Evo Morales sirven de ejemplo; llaman a una Asamblea Constituyente y después se perpetúan en el poder, instalando una dictadura; lo mismo sucede con Nicolás Maduro. No obstante, la reelección alternada podría ser una opción saludable, que evite el abuso de poder. Esto sucede con Chile; Bachelet volvió y Piñera, también"
Asmismo, el exministro de Defensa y Educación menciona que "realizar una reforma no condice con lo que el país necesita, pues las instituciones no maduraron por culpa de la constante partidista electoral que agotó y contaminó el proceso de la construcción de la República". De esta forma, el especialista señala que la sociedad vive contenta por las libertades que tiene, pero no se preocupa por construir el proceso de la institucionalización; por ende, los poderes del Estado atraviesan una situación caótica.
SISTEMAS POLÍTICOS EJEMPLARES
Entre el confuso mundo de la tiranía y las reelecciones presidenciales indefinidas, países como Estados Unidos, Costa Rica y Uruguay se destacan por la estabilidad política. En este sentido, si bien en estas regiones los líderes políticos pueden tener el bastón de mando por más de un periodo, sus instituciones sociales actúan como verdaderas defensoras de la democracia.
Por ejemplo, en Estados Unidos, un líder político puede ser reelecto como presidente por un único periodo consecutivo. Así, mandatarios como Bill Clinton y Barack Obama fueron premiados con cuatro años más de gobierno, debido a su labor positiva en bien de la población estadounidense.
Por otro lado, en el 2006, la lideresa socialista Michelle Bachelet se convirtió en la primera mujer en alcanzar la presidencia de Chile. No obstante, cuatro años después, los electores cambiaron el rumbo político hacia la derecha, escogiendo como primer mandatario a Sebastián Piñera.
En el 2014, Bachelet volvió a ocupar la primera magistratura del país andino, utilizando la figura chilena de la reelección presidencial alternada por un único periodo. Ahora, Sebastián Piñera vuelve a ostentar el cargo de primer mandatario, intercambiando por tercera vez en doce años los poderes presidenciales con otra destacada figura política.
Asimismo, el sistema uruguayo también utiliza la figura constitucional que prohíbe la reelección presidencial inmediata, otorgando a un exmandatario la posibilidad de candidatarse por un periodo más luego de cinco años. Tabare Vázquez constituye un ejemplo de esta realidad democrática.
“LAS CONDICIONES NO ESTÁN DADAS”
“La reelección presidencial no es suficiente para que un gobierno se convierta en autoritario. La fuerza de la oposición y la manifestación ciudadana ante pretensiones dominantes constituyen variables que influyen. Por otro lado, el apoyo internacional a un determinado gobierno también es otro factor determinante", expresa Sara Mabel Villalba, politóloga y miembro del Programa Nacional del Incentivo a los Investigadores.
Según la perspectiva de la especialista, muchas veces, las condiciones estructurales e históricas de un país representan los puntos que impulsan a algunos gobiernos a realizar la transición hacia una dictadura. "Paraguay, por ejemplo, no tuvo una experiencia democrática antes de Stroessner; por ende, el pueblo no tenía una memoria de esta forma de organización social", explica la politóloga.
Por otro lado, la investigadora Mabel Villalba señala que para impulsar una reelección presidencial es necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con el consenso y participación de todos los sectores de la sociedad paraguaya. No obstante, las condiciones estructurales, económicas y políticas no están dadas.
"Hay problemas sociales muy graves, como el aumento de la pobreza y la desigualdad, que requieren de una atención urgente de todos los estamentos del gobierno. Una reforma constitucional en este momento no va en consonancia con la situación del país”, refiere la politóloga. Además, la especialista menciona que la población paraguaya está sobreviviendo como puede en el contexto social; por ende, la participación política pasa a un segundo plano.
Acorde a las opiniones de estos politólogos, parece que pasará mucho tiempo aún antes de que en el país pueda existir la figura de la reelección.
Reportaje de Rebeca Vázquez (18 años).