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Una jarra de tereré, un sillón de cable y empanadas de mandioca para la media mañana parecen ser los únicos requerimientos de un paraguayo para vivir contento, pues la consultora Gallup, por dos años consecutivos, nos ha nombrado como el país más feliz del mundo. El sondeo se basa en una serie de preguntas acerca de las experiencias positivas que cada persona había vivido el día anterior.
Entre una población de 145 países, América Latina se instituye como el sector con más sonrisas del mundo, destacando a nuestra nación en la cúspide del gozo. Sin embargo, las experiencias positivas no son garantía de la salud mental, ya que diversos factores, como el ambiente social, económico y político, influyen en las emociones de los ciudadanos.
Paralelamente, pese a que Paraguay fue electo como "el país más feliz del mundo", nuestra tierra cuenta con una elevada tasa de suicidio, lo que desmiente las sonrisas aparentes. Debido a esta grave problemática social, el año pasado se promulgó la “Ley de prevención y atención de personas en riesgo de suicidio”.
La norma legal tiene como finalidad la detección precoz de casos de personas propensas al suicidio, así como la puesta en marcha de campañas de difusión y concientización. Asimismo, la ley plantea una solución para la falta de un número gratuito de apoyo psicológico. De esta manera, se busca habilitar primeros auxilios psicológicos por vía telefónica con líneas que existían previamente como la 147, 141, 911, 132 y 137.
¿CUÁNTO CUESTA LA SALUD MENTAL?
Si se desea construir un futuro en el cual la atención psicológica sea de calidad y los trastornos de diverso tipo dejen de ser minimizados, la inversión en programas de salud mental resulta indispensable. Así, la Organización Mundial de la Salud señala que en casi toda la región de América Latina el gasto destinado a la salud mental es del 2% del presupuesto general de cada nación.
La organización internacional afirma que, teniendo en cuenta que un tercio de las causas de discapacidad en la región se debe a trastornos mentales, el monto presupuestario mencionado es insuficiente. Asimismo, en nuestro país, los números son inferiores, pues solo se emplea el 1,84% del Producto Interno Bruto (PIB) al ámbito de la atención psiquiátrica y psicológica en el sector público.
Por otra parte, según un estudio de la Comisión de Europa y la Organización para el desarrollo económico, publicado en 2018, los estados pertenecientes a la Unión Europea destinan alrededor del 4% de su PIB a la atención y tratamiento de los trastornos mentales.
LA NECESIDAD DE LLEGAR AL INTERIOR DEL PAÍS
Actualmente, uno de los mayores retos que enfrenta el sistema de salud mental es que los servicios se extiendan hasta el interior del país. “Para desconcentrar la atención, resulta necesario crear unidades de salud mental y de internación en los hospitales regionales y distritales, establecer centros comunitarios y dispositivos encargados del cuidado de la población infantojuvenil”, afirma el Dr. Víctor Adorno, director del Hospital Psiquiátrico capitalino.
Adorno señala que, para efectuar correctamente los servicios médicos, es indispensable contar con recursos humanos, en la calidad y cantidad requeridas. “Nosotros contamos con aproximadamente 460 profesionales, parece un buen número, pero estamos en déficit porque tenemos un flujo diario de 315 pacientes, necesitamos cubrir todas las salas y asegurar una atención especializada”, argumenta.
El médico sostiene que el Hospital Psiquiátrico debería apuntar a la atención de casos agudos y de urgencia psiquiátrica; sin embargo, una gran parte del nosocomio es ocupado por los pacientes de larga estadía quienes, bajo la visión de Adorno, se encontrarían mejor atendidos si el sistema proveyera hogares sustitutos, debido a la carencia de centros públicos especializados en el interior. “Ahora, hay 200 pacientes que habitan el instituto, muchos de ellos ya no necesitan cuidados intensivos e, incluso, cuentan con alta médica, pero en ese punto se encuentra el problema de que algunos de estos pacientes ya no pueden ser recibidos en sus hogares por diversas razones”, comenta.
TODOS LOS DÍAS, UN NUEVO ADIÓS
Alrededor de 300 millones de personas de distintos países observan sus vidas a través del negruzco cristal de la depresión, convirtiendo a este trastorno en la principal causa de discapacidad laboral a nivel mundial. Según datos de la OMS, solo seis de cada diez pacientes reciben el tratamiento adecuado; este hecho se encuentra estrechamente ligado a los 800.000 casos de suicidio registrados cada año, a causa de la detección tardía de situaciones de esta índole.
En nuestro país, las cifras no son más alentadoras, ya que Paraguay viste de luto constantemente debido a que todos los días un compatriota toma la decisión de acabar con su vida. El suicidio constituye la tercera causa de muerte violenta más frecuente en un grupo etario comprendido por jóvenes de entre 15 y 29 años.
Es posible que la frialdad de las estadísticas no ayude a transmitir la gravedad de este problema tan minimizado pero, a partir de estos números, se entiende que casi todas las personas, sin importar la nacionalidad, conocen a más de un individuo que carga la depresión sobre sus hombros. De esta forma, uno de los puntos más preocupantes es que, en ocasiones, uno puede convivir con alguien que tenga pensamientos suicidas de manera recurrente, sin siquiera percatarse.
HABLAR ES LA MEJOR OPCIÓN
En septiembre de este año, en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, se llevaron a cabo diversas actividades. Por ejemplo, en Ciudad del Este, activistas de la Fundación Sobrevivientes Paraguay realizaron una jornada en la que buscaron encarnar el abrazo más grande del mundo y ponerlo en el Libro Guinness de Récords. En el evento, participaron 800 personas.
Según la licenciada Gumercinda Díaz Toledo, directora ejecutiva de la Fundación Sobrevivientes Paraguay, el suicidio aún es tratado de una manera silenciosa y llena de mitos. "Muchas personas aún creen que hablar de suicidio es incitar a que ocurran más decesos; sin embargo, mientras haya mayor cantidad de información y más apertura, se pueden evitar casos lamentables", afirma la especialista.
Díaz Toledo añade que Sobrevivientes cuenta con atención psicológica y psiquiátrica gratuitas para aquellas personas que necesiten apoyo. "Trabajamos muy de cerca con la décima región sanitaria y su plantel de funcionarios del área de salud mental", puntualiza.
NO TODO EL QUE SONRÍE SE SIENTE BIEN
La reputación internacional del paraguayo se compone, principalmente, de alegría y optimismo, debido al eterno “todo bien” y a la infaltable sonrisa que acompaña esta frase conformista; sin embargo, según la psicóloga Magalí Jure Wolf, la población nacional se enfrenta a muchas carencias en el ámbito de salud mental. “Esta área se encuentra llena de tabúes y uno de ellos es la negativa a confiar en los psicólogos y psiquiatras, mientras se busca la manera de solucionar problemas a través de distracciones como un viaje, un pasatiempo, la bebida o, incluso, las drogas”, explica la profesional.
Aunque todos necesiten un hombro familiar en el que reposar la cabeza cuando las ideas se vuelven difusas, también es importante que cada persona reciba una visión objetiva y calificada para contribuir a su estabilidad mental. “Antes de cualquier rol que desempeñamos en la sociedad, somos humanos y tanto nuestras vivencias como las condiciones laborales, sociales y económicas pueden tener incidencia en nuestro estado de ánimo”, advierte la licenciada.
La influencia de los factores mencionados por la especialista implica que los sectores carenciados de la población sean más propensos a padecer algún trastorno psicológico; sin embargo, precisamente, este conjunto tiene muchas dificultades para acceder a los servicios privados. “Aunque el acceso a las consultas posea un costo relativamente elevado, yo veo que la clase media para abajo está más consciente de la necesidad de buscar apoyo psicológico”, afirma la especialista.
Aunque los trastornos de salud mental afectan a muchos compatriotas, resulta evidente que, tanto en recursos económicos como en personal médico, nuestra sociedad aún está muy lejos de afrontar en forma debida este problema social.
Reportaje de Belén Cuevas (17 años)