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La sinceridad es un valor muy importante que, en estos tiempos, no es muy frecuente; no obstante, existen personas que se expresan de forma muy cruda y terminan lastimando a otras. “Sincericida” es el nombre con el cual se denomina a la gente que no mide el rigor de sus palabras y, por más de que las expresiones sean verdaderas, lastiman a sus semejantes.
Una verdad en medio y una gran diferencia: la sinceridad es una cualidad que lleva a expresar aspectos certeros y, por su parte, el sincericidio representa la exageración de franqueza, la cual puede herir a otros individuos. Si bien, la palabra “sincericida” no está reconocida por la Real Academia Española, la misma forma parte de nuestro vocabulario actual.
Por ejemplo,“tenés un juru ne mortal”, dice José a su compañero Manolo, frente a muchas personas, quienes terminan burlándose del chico. José pudo haber dicho una verdad, pero ¿no sería mejor decirle a Manolo que tenía mal aliento, en privado, para que este pueda masticar una menta o cepillarse los dientes?
Según la licenciada Rosario Cuevas, de la Universidad Autónoma del Paraguay, muchas personas utilizan la sinceridad como un mecanismo de defensa, debido a que en el pasado sufrieron algún tipo de maltrato o agresión. La especialista cuenta que también existe gente que abusa de la sinceridad, pues sufre algún tipo de trastorno como síndrome de Asperger, un tipo de espectro autista que afecta la interacción social.
Igualmente, la licenciada Cuevas deja entrever que se puede dar otro tipo de “sincericidio”: se trata de una persona que te dice la verdad aunque la misma resulte perjudicada. Si le pusiste “los cuernos” a tu novia y después decidís contarle lo que hiciste, por más de que probablemente ella te deje, claramente, estás cometiendo un acto de “sincericidio”.
Aristóteles expresó que “el sabio nunca dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”. Entonces, al momento de ser sinceros, quizás tenemos que ser cautos con las palabras que utilizamos pues, como afirmó el psicólogo austriaco Alfred Adler, “la verdad es a menudo un arma de agresión. Es posible morir e, incluso, asesinar con la verdad”.
Por Alejandro Gauna (18 años)