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Aparentemente, Nicolás Maduro busca los rastros de las huellas dictatoriales de un Hitler paraguayo, a fin de avanzar y seguir de pie. No solo el título de dictador es el factor común entre estos dos tiranosaurios, sino que las acciones de ambos se parecen y ocasionan consecuencias similares.
En 2017, el Tribunal Supremo de Justicia venezolano acusó de desacato a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, y la dejó sin poder. Meses después, se convocó a un referéndum, acusado de fraudulento y no reconocido por muchos países, para formar una Asamblea Nacional Constituyente, haciendo chavista al poder legislativo.
Curiosamente, el general Stroessner también se había desecho de la oposición en el poder legislativo, pintando de rojo los puestos del parlamento y borrando los otros colores. Este exmandatario convirtió su gobierno en dictadura, disolviendo el Congreso en mayo de 1959. El asegurarse la reelección es solo una vía para disfrazar una dictadura como si fuera democracia.
Este hecho también constituye una de las acciones dictatoriales que Stroessner cometió más de una vez y el simpatizante chavista concretó a inicios de este año. En la lista de similitudes entre estos dictadores, uno del siglo pasado y otro del actual, se suman las represiones a la oposición, las cuales se multiplican bajo la tutela de Maduro.
En época stronista, miles de personas fueron torturadas, exiliadas y asesinadas, según la investigación de la Comisión Verdad y Justicia; el último informe de la ONU, referente a los derechos humanos en Venezuela, afirma que ocurrieron más de 3000 manifestaciones entre enero y mayo de este año y, en ciertos casos, se registraron fallecimientos.
El documento también presenta otra de las características que asemeja a la dictadura stronista: el ataque a la prensa. Los intentos de acallar las voces del pueblo de parte del régimen chavista no son tan efectivos como los del gobierno de Stroessner solo porque estamos en una época de globalización y redes digitales.
Según el informe de la ONU, docenas de medios impresos, radios y canales televisivos han tenido que cerrar a causa de la represión gubernamental. Igualmente, aumentaron las detenciones de periodistas y existen centenares de comunicadores que han sido exiliados.
En el caso de Venezuela, las sombras trajeron consecuencias mucho más drásticas, no solo tratándose de represión sino de una nación entera sumergida en una crisis, con hambre y carencias en la salud. De igual manera, una frase dice “la verdadera oscuridad no es la ausencia de luz, sino saber que esta jamás regresará” y, en ese sentido, si la libertad rompió sus cadenas hace 30 años y regresó al Paraguay, ¿por qué no lo haría en Venezuela?
Por Eliseo Báez (17 años)