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Por supuesto que los vampiros aletearán porque se les mete el dedo en la llaga, porque se les acaba la chorrera y se les extinguen las prerrogativas autoasignadas. Para eso quisieron ser electos, para eso anhelaron el Parlamento, para ganar dinero y obtener beneficios, no para servir a la comunidad, a la gente. Políticos de pacotilla, lastre de la patria.
La ciencia política y social sentencia: un salario consciente, nunca podrá ser superior a los seis salarios mínimos, aplicable a todos y sin excepción, desde el poder ejecutivo hasta el último peón del Paraguay. Este criterio alcanza a las binacionales, a los ministerios, a las entidades autárquicas y a cualquier organismo de carácter público, estatal, gubernamental, etcétera.
La oligarquía siente urticaria sobre esta materia, porque una camarilla de facinerosos oficiales, enemigos del pueblo, solo piensan en su estándar de vida; acomodada y sin esfuerzo. Mientras el sistema del cual son parte, distribuyen migajas al lumpen, al proletariado, al humilde, al explotado, al avasallado, al infortunado. No hay congruencias ni correspondencias.
Los burgueses, son una carga, una clase cobarde, una mugre nacional que forma parte de esta sociedad feudal que, con su grupo de adláteres, mantienen en vilo a la población. El statu quo, la nomenclatura, el establishment debemos deshilachar, hay que desarmarlos completamente, porque es una estructura enfermiza que contamina a toda la sociedad paraguaya.
La inequidad que se viene arrastrando es un tema incendiario, altamente hostil, una guerra de clases y mayorazgos groseros. Y en esta guerra por la subsistencia y la vida donde “todo vale”, hasta el lenguaje callejero entra en la contienda, por lo tanto, no debe sorprender a nadie los exabruptos espontáneos. Y quien no este curtido para esta lucha, está demás en su curul, deberá renunciar.
En este tópico planteado, no importan las formas sino el fondo de la cuestión, este proyecto de ley para regular salarios exorbitantes que aparecieron de la nada, es altamente social. Por eso no sorprende las reacciones, las ofensas, los retruques y las amenazas, son los condimentos propios de un “partido clásico” como lo es sin duda, el “salario achicado”.
Lo más raro de todos los argumentos esgrimidos para rechazar esta “aventura patriótica” fue la invocación de la Constitución Nacional. Pero se olvidaron de ella todas las veces cuando votaron por el aumento constante y progresivo, aquí no hubo inconstitucionalidad. Pero, ahora que se planteó la rebaja, arguyeron que la intención es inconstitucional. Esta dicotomía no merece la menor atención ni el debido examen.
La “contracción salarial” es necesaria como urgente para el país. El funcionariado público de élite debe desaparecer, porque la desproporción promueve el odio y la sublevación. Genera crisis, división y enfrentamiento. Hay despilfarro total, abuso de las arcas del estado, insensibilidad oficial, piratería traidora. Si no toman en serio el planteamiento, habrá consecuencias.
Esta “deflación salarial” se basa exclusivamente en principios y criterios administrativos-contables científicos, es la optimización de los recursos nacionales, es el ahorro del tesoro público, es la supresión del gasto pomposo, es la prescindencia del exceso grosero. Los salarios siderales y discriminatorios de la actualidad, representan un atentado para la república y un tormento incesante para el pueblo paraguayo.
A esta corrupción oficial debemos ponerle coto.
(Esta minúscula sonata es a propósito del proyecto de ley presentado por el senador Paraguayo Cubas en el Congreso de la Nación y que fuera rechazado por sus pares por unanimidad, con su único voto en disidencia).