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Médicos Sin Fronteras (MSF) abrió un centro de atención postoperatorio integral en abril de 2018 al este de Mosul para tratar a pacientes con lesiones de trauma.
Un año después, 321 personas habían pasado por el hospital, entre ellas 52 niños y niñas; algunas permaneciendo para recibir semanas o incluso meses de tratamiento.
Cuando MSF abrió sus instalaciones de salud, Anás fue uno de los primeros pacientes en ser admitidos. Él fue herido durante la batalla en 2017.
Tenía solo 11 años cuando perdió la movilidad de sus piernas. Pasó la mayor parte del año en el hospital de MSF y finalmente fue dado de alta en abril de 2019.
"Estábamos sentados afuera, en el mercado. Un mortero cayó cerca de nosotros en medio de la calle. Algunas personas murieron y otras resultaron heridas. Cuando me alcanzó la metralla, quedé paralizado de inmediato en ese preciso momento".
Anás ingresó en el hospital de MSF en mayo de 2018. Su estado era tan severo que tuvo que pasar meses en el centro de salud.
“Ha sido difícil para mí (estar en una silla de ruedas), pero gracias a Dios, gradualmente me adapté y me acostumbré. Al principio me puse triste cada vez que veía a otros niños que podían jugar. Pero poco a poco me acostumbré. Aprendí a ya no estar triste".
El niño pasó por ocho cirugías desde que llegó al hospital. Hoy, está saliendo y finalmente se va a su casa.
"Deseo ser médico para poder tratar a las personas. Vi cómo el personal de MSF nos cuida. Así que es bueno ser médico".