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Aunque aparezcan actas imitadas, preparadas o montadas; aunque aterricen audios y planeen filmaciones, aunque brillen fotografías a todo color y sorprendan revelaciones confesas, nada importa al Ministerio Público, un aguantadero de vagabundos y forajidos.
Para la justicia paraguaya, que ejerce su “profesión de fe” en el chiquero, en las letrinas y en los albañales, no interesan las pruebas ni los documentos ni los testimonios. Solo importa el fin, cualesquiera sean los medios para obtenerlos. Es el mundo del hampa que debemos expulsar de cualquier forma, aunque prosiga la comedia y sus libretos.
Todos los oficialistas estuvieron metidos en este enjuague sin detergente. Aparte de falsear los guarismos para el ejecutivo, donde le hicieron ganar al candidato de la mafia, la mayor tarea transcurrió en la conformación de un poder legislativo funcional, dando así garantías a la covacha pútrida de la república.
En este segmento se parapetó la mafia para manipular los dígitos, aquí se generaron senadores y diputados truchos a granel. Los mismos personajes de siempre que con sus tentáculos dentro del TSJE, aseguran su continuidad ilimitada, siendo una carga funesta para el estado paraguayo.
Gracias a esta maniobra de las elecciones, se mantuvieron los capos de la “famiglia”, ese clan perverso sin color que viene repitiendo cada 5 años su poltrona sin pestañear ni estornudarse. Estos “jefes” del sicariato, activaron su bomba de tiempo: el TSJE, dejando en la arena un tendal de heridos y minusválidos sin posibilidad de acceder a la legitimidad o la justicia.
Viejos malandros, basuras de la política casera, apuestan con ceguera a la lista sábana, para asegurar la inamovilidad, la eternidad, la perpetuidad, la reelección, el continuismo, etcétera. La “lista sábana” es el imperio del mal, el principal método para retener y/o permanecer sin peligro de remoción, destitución o expulsión. Es el mismo plantel de carcamanes que vienen despellejando a la nación.
Plantados y solidificados están parapetados para expeler cualquier vendaval o acoso de moralidad y ética. La única relación que conocen es el poder con el dinero y la multiplicación del morbo. El tráfico y las franquicias para organizar y administrar fructificaciones y/o productividad que posibilita el statu quo de la criminalidad.
Con estos “nuevos audios” que confirman toda la trama, una vez más se ve que estas elecciones fueron una farsa, una trampa, un artificio, una traición fenomenal al pueblo paraguayo. Mentido, engañado, engatusado, burlado, un dolo mayúsculo al estilo capomafioso que por un lado va despidiendo a su ideólogo y por el otro prepara el traspaso para el beneficiario de esta estructura dinástica. Por enésima vez, se legalizará la falsificación.
Nunca está demás recordar que los “coloretes” (falsos colorados) son los jefes y articuladores del gansterismo nacional. Marito ya lleva el rótulo de “presidente máu” y los parlamentarios (senadores y diputados) de “congresistas adulterados”, pervertidos e ilegítimos. Los 3 poderes van de la mano, se ayudan, se protegen y se estimulan entre sí. Es la dictadura corporativa para garantizar la continuidad sin final.
Nadie puede dudar de las aviesas manipulaciones. Los actos diarios, las reacciones internas, las confrontaciones, las actas acariciadas, las suspensiones y todas las tramoyas inventadas para favorecer a un bando con cambios y variaciones, en medio de la parafernalia del sufragio.
El movimiento diario del TSJE y los raros desplazamientos internos, dieron señales de que algo se tejió. Así estuvo todo el tiempo. Las visitas subterráneas y silenciosas de los políticos, las llamadas telefónicas, los mensajes y cualquier comunicación para ajustar los detalles, nos muestran a cabalidad que todo estuvo preparado para asaltar o alterar.
Fiscales y jueces, los inventores del “oparei institucional”, aliados incondicionales del poder de turno, apañan y acompañan cualquier atropello para desalentar las denuncias o procesos. Ninguno de estos investigadores públicos, son depositarios de la confianza y de los anhelos del pueblo, todo lo contrario, son los victimarios que con sus organizaciones espurias traen infortunios, expoliaciones y raquitismo.
La estructura oficial, estatal y política se convirtió en el verdugo de la ciudadanía. Por eso, el levantamiento popular es urgente para expulsar a las plagas que se consolidan y se reproducen. De lo contario, hay que arrugarse y mirar pasar a los golondrinos de estaciones falsas, los corruptos de siempre. Para que el país ostente probidad, bienestar, prosperidad y felicidad, se debe barrer con todos ellos.