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Los déspotas, los apátridas, los sanguinarios, los ególatras, los vividores, los traficantes, los transadores, los blanqueadores y la corrupción generalizada de los tres poderes del estado, sentirán el peso de la gente de bien. Esta multitud le infligirá la derrota más dolorosa y aplastante del siglo.
Ni el fraude preparado por el oficialismo para las eventualidades, ni la justicia electoral esclava y funcional, ni el soborno ni las manipulaciones de las actas, podrán contra la voluntad de los que se despertaron y tomaron conciencia.
La siesta, la somnolencia, la letanía, la indiferencia, la hibernación, quedarán en el olvido ante el vigor frenético de la reacción. Los jóvenes, los viejos rebeldes y los librepensadores, harán eclosión con el resultado del sufragio.
¿Vaticinio?... sí… el continuismo lacerante caerá. El hampa, el gansterismo, la mafia, sentirán los misiles del dictamen, el voto del excluido, del ninguneado, del perseguido y del expoliado. Los verdugos probarán su propia onda expansiva con la que desintegrara a lo más sublime del Paraguay: el pueblo humilde, fresco y sincero.
Estas víctimas se levantarán de las ciénagas y acometerán contra sus carniceros de siempre. Los martirizados, que por varias generaciones fueron exprimidos, harán caer a estos monstruos de la patria y la humanidad.
¿Y cuál es el arquetipo pretendido? Gente que inspire confianza, firmeza, inteligencia, solidaridad, eficiencia y honestidad, que materialice la ilusión de una población, sedienta de justicia, equidad, reciprocidad y bonanza. En el Paraguay, somos muchos más los que no mienten, los que no roban y los que no matan… somos mucho más.
Ya no queremos antiguos corruptos y tampoco nuevos inmundos, pretendemos gente nueva, que ejecute la renovación, la transformación y la inflexión. Este es el principio de una “revolución electoral” que mediante el instrumento del voto pensante, se podrá lograr el cambio y la prosperidad de la patria.
No más zoqueteros, hurreros, seccionaleros, basta de serviles y usurpadores. Los delincuentes de cualquier color a la cárcel. No importan los partidos, importan los valores y la conducta. La justicia llena de malezas deberá ser carpida, los 9 “inamovibles” a la calle. Medida política.
El legislativo abyecto y atentatorio, violador y mendaz, tirados a sus moradas. Exigimos que se apodere de los poderes el ánimo popular de la integridad, de la crítica, de la orientación, de la projimidad y del nacionalismo.
Ojo… el régimen stroessnerista-cartesista se ha agrupado, no quiere irse, se aferra a los cargos y a los estamentos del estado. Recurre a todos los métodos, pacíficos y violentos; a la mentira, al soborno y al fraude. Solo el voto popular podrá derribar a estos escombros de larga data, continuistas de la vil política y del ejercicio de los antivalores.
Jóvenes de la patria… llegó la hora… a terminar con las humillaciones de los poderosos. El 22 de abril seguimos con los mismos capos de siempre o derrumbamos a este régimen tenebroso y traidor.
El Paraguay precisa de un presente diferente, de un tiempo nuevo, lleno de esperanza y dicha. A producir el cambio y a reverdecer el protagonismo del pueblo en la historia de la nación.