Desde Calle Última, es muy fácil

De manera unilateral y sin previo aviso, el Gobierno Nacional decidió cancelar la licitación para la construcción de la segunda fase de obras en la terminal portuaria del Puente de la Integración. La noticia cayó como un balde de agua fría entre los pobladores, gremios y autoridades de Presidente Franco, quienes consideran que la decisión podría afectar el desarrollo económico y logístico de la región.

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El paquete de obras incluye infraestructuras clave para garantizar el funcionamiento del puerto. Sin estas mejoras, la terminal quedará con una capacidad limitada y, muy probablemente, se repitan errores de planificación, como ocurrió con el Puente de la Amistad.

Según los afectados, esta carencia estructural representará además un grave perjuicio en materia de recaudación y disminuirá la cantidad de despachos. Además, tendrá efectos negativos en la vida cotidiana de los ciudadanos. Una terminal portuaria incompleta puede generar caos vehicular, demoras en los trámites aduaneros y una sobrecarga en los puntos de control, afectando a comerciantes y ciudadanos que dependen del flujo transfronterizo. Actualmente, la falta de espacio para camiones de gran porte genera una grave sobrecarga en la Ruta PY02, en el acceso al Puente de la Amistad, con todo lo que esta situación implica.

Esto evidencia, una vez más, cómo las decisiones tomadas desde la capital ignoran las realidades locales y los desafíos específicos de quienes viven y trabajan en la frontera. A lo largo de los años, los pobladores de Alto Paraná fueron testigos de cómo sus reclamos son postergados, sus necesidades ignoradas y sus expectativas reducidas a meras promesas políticas. Ministros y otras autoridades llegan a la región con discursos bien elaborados, pero con una idea distorsionada de la realidad. La infraestructura fronteriza sigue sin ser una prioridad, pese a que el comercio con Brasil es una de las principales fuentes de ingresos del país.

La construcción del Puente de la Integración no fue un regalo del Gobierno, sino el resultado de una lucha de más de 30 años y de múltiples movilizaciones. Es comprensible la indignación de los altoparanenses, pues se les está negando la posibilidad de contar con una estructura plenamente funcional que garantice un desarrollo equilibrado y sostenible. Sin las obras complementarias, el puente perderá gran parte de su utilidad y las oportunidades de crecimiento quedarán comprometidas.

Es muy fácil tomar decisiones desde Calle Última, sin comprender el impacto real de estas determinaciones en el Paraguay profundo. No nos queda otra opción que seguir peleando para que las decisiones no se tomen a espaldas de la ciudadanía y para que el progreso no sea solo un discurso vacío, sino una realidad tangible para todos.

tereza.fretes@abc.com.py

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