Santiago Peña y el daño a la investidura presidencial

En su significado actual, INVESTIDURA proviene del latín investio, “vestir”, es el acto solemne por el que una persona hace posesión de un cargo político o institucional. El verbo investir, por su parte, se refiere a otorgar un cargo o una dignidad de importancia.

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La investidura presidencial es el reconocimiento de la capacidad y competencia constitucional que tiene todo presidente democráticamente electo para ejercitar la administración del gobierno. Es un símbolo de la soberanía y la democracia de un país. No es un simple otorgamiento de facultades.

Representa no solo el poder ejecutivo, sino también la voluntad del pueblo que ha depositado su confianza en un líder. Es el endose de confianza y avala la conducción de la política del gobierno que debe honrar quien es ungido como presidente mientras tiene bajo su cargo la conducción del gobierno. Se refiere al conjunto de derechos, deberes y responsabilidades que asume un presidente al asumir el cargo.

Este rol implica actuar con integridad, respeto y en beneficio del país y sus ciudadanos. La investidura no solo es un título, es un compromiso con la democracia y el estado de derecho.

Si bien el respeto a la “investidura presidencial” simboliza respetar la jerarquía de quien ha sido electo por la ciudadanía para ejercitar la primera magistratura, ese respeto a la “investidura presidencial” lo debe practicar no solo la ciudadanía toda, sino el propio presidente. Ejercer la presidencia disponiendo del temple, el equilibrio y las formas adecuadas es una manera de respetar la investidura.

Creo sólidamente en el respeto a las investiduras y, por ende, a quienes las ostentan.

No escapan a la ciudadanía los continuos actos provenientes del propio presidente de la República, Santiago Peña, que ponen en tela de juicio el respeto del mismo hacia esa investidura que detenta cual es la de ser el Presidente de la República y que se ha visto ya repetidamente violentada por su propio actuar.

Avala lo expuesto, lo acontecido recientemente en relación a la toma de posesión del gobierno por parte del presidente Donald Trump para la cual, fue de obviedad, el presidente Peña no fue invitado oficialmente por el gobierno de los EE.UU. y menos por el propio presidente Trump exponiéndose personalmente al ridículo, pero en particular a la institución de la investidura presidencial, investidura que corresponde a quien la detenta, la proteja en el caso al presidente Peña y esto por cuanto que la figura del presidente debe ser un modelo a seguir.

Cuando el propio presidente, como en el caso, no respeta esta investidura, propiciando él el irrespeto, empaña la imagen presidencial generando serias implicaciones para la gobernabilidad y la estabilidad política. Cuando el propio presidente no respeta su investidura actuando de manera que menoscaba la dignidad y el papel que representa ello puede tener repercusiones graves tales como por ejemplo perder la confianza y el apoyo del pueblo, provocando en él reacciones negativas sin descontar la percepción negativa a nivel internacional que no debe pasar de lado. De un tiempo a este, el presidente Peña ha maltratado mucho su alta investidura.

En resumen, el respeto a la investidura presidencial es fundamental para mantener la estabilidad política y la confianza en el gobierno. El presidente Peña tiene la responsabilidad y el honor de ejercer el máximo cargo al que pueda aspirar todo político o todo paraguayo.

Es necesario recordarle a Santiago Peña que los líderes deben mantener una conducta que manifieste el respeto por su investidura, que constituye la primera autoridad del país. Es una forma de respetarse a sí mismo y al cargo que ejerce.

Finalmente, alguien debiera ayudarlo a comprender que es de una gravedad inusitada que el mismo presidente dañe la investidura presidencial como lo ha venido haciendo.

aamonta@gmail.com

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