Recordando a Moreno González

El próximo jueves 30 se cumplirá un nuevo aniversario del fallecimiento (ocurrido en 1983) del maestro Juan Carlos Moreno González, padre de la zarzuela paraguaya junto con Manuel Frutos Pane. Ambos tuvieron la inspiración de incorporar un nuevo género al teatro paraguayo que por 25 años dominó la escena nacional.

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La zarzuela paraguaya fue el redescubrimiento de la fuente, auténtica y vigorosa del sentimiento estético popular. Esa modalidad convocaba a una multitud entusiasta que llenaba de risas y aplausos el teatro. Cada función era una fiesta.

Con “La tejedora de ñandutí”, estrenada en 1958 por la compañía de comedias del Ateneo Paraguayo, en el Teatro Municipal, se inició la serie de éxitos que acompañaría a Frutos Pane y Moreno González. Al siguiente año, en1959, dieron a conocer “María Pacurí”, la zarzuela que habría de quedar en el corazón del pueblo. Muchas de las músicas de esa obra son el repertorio casi obligado de los solistas y conjuntos musicales de buen gusto. Con “María Pacurí” se hizo también muy popular la pareja de cantantes Kikina Zarza y Oscar Barreto Aguayo. Barreto continuó hasta casi al final de la época radiante de la zarzuela paraguaya.

Este era el género que tenía un extraño hechizo en el público, diestramente manejado por Fruto Pane y Moreno González. El primero tenía una rara intuición para dar con la frase exacta, con la escena justa que originaban risas y aplausos. En una palabra, conseguía la difícil empresa de comunicarse con la platea. Picardía, gracia, humor, sátira, eran los condimentos de las creaciones literarias de Frutos Pane. Y a todos estos agreguemos las melodías briosas o cadenciosas de Moreno González. El público salía tarareando.

Esa era la zarzuela paraguaya. Pero no se vaya a pensar que todo ha sido fácil. No todo era música para la zarzuela paraguaya. Había un poderoso grupo francamente hostil hacia esa modalidad teatral. Comenzaba por cuestionar el nombre. ¿Por qué zarzuela paraguaya? Este es un genero español. Lo correcto, decían, es que se llamase “comedia musical”.

Sin embargo, es un acierto de Frutos Pane y Moreno González la designación de “zarzuela paraguaya” a sus creaciones. Puesto que seguían un patrón preestablecido ¿por qué cambiar de nombre?

Toda la década de los años 60 del siglo pasado –y parte de los 80- fueron dominadas por la zarzuela paraguaya, cuyos mejores exponentes eran, desde luego, sus creadores no obstante haberse incorporado al genero compositores como Neneco Norton, Florentín Giménez, Eladio Martínez. La zarzuela agrupó a destacas figuras del canto, el teatro, la danza, animados por los mejores músicos. La escenografía, casi en exclusividad, estaba a cargo del destacado Torné Gavaldá.

Con “María Pacurí” la zarzuela paraguaya alcanzó su punto más alto. El público llegaba al Municipal a raudales desde todos los rincones del país. El teatro, con capacidad para 800 personas, resultaba insuficiente aun para tres funciones dominicales. Las “matinée” –el horario de la siesta- eran un espectáculo aparte. Desde la mañana había gente formando “cola”. Sucedían casos, nunca más repetidos, propios de las grandes aglomeraciones, como madres que subían al escenario reclamando la presencia de sus hijos menores que se habían extraviado entre el gentío.

Gracias a las zarzuelas miles de personas tuvieron la ocasión de conocer por dentro el Teatro Municipal, cuya etiqueta se desmoronaba estrepitosamente ante la presencia de espectadores, no solamente ruidosos, sino vestidos de manera totalmente informal. La temporada era siempre en invierno entonces se veían ponchos y rebozos flamear en la platea. Es digno de recordación, entonces, a Juan Carlos Moreno González, uno de los más sobresalientes compositores paraguayos.

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