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La mensualidad del gimnasio pagada por adelantado, y los preparativos para el viajecito de vacaciones casi listos. A esto se suma el análisis que hicimos de lo bueno y malo del año pasado, y con eso a la vista, lo que queremos hacer diferente o mejor en los próximos 12 meses.
Los deseos y aspiraciones individuales se sumarán, como lo hicieron siempre, a las intenciones de miles y millones de personas, que buscan en este tipo de oportunidades una suerte de nuevo comienzo. ¿Existe acaso una mejor chance que un año “nuevito y sin usar”, como decía Mafalda? Podemos aprobar o no las simbologías, pero lo que no podemos negar es que existen, y todas nuestras vidas están llenas de usos y costumbres, tradiciones y formas de hacer las cosas que son, simple y llanamente, rituales simbólicos.
Pero venimos embalados, expresión de uso común que deja en manifiesto que hay viento de cola. Y es ese el sentimiento que mueve a las personas en esta época del año, y que se debe tratar de mantener porque, de una forma u otra, colabora a que se concreten esos miles de sueños, anhelos e intenciones de continuar con lo bueno y de cambiar por algo mejor la forma en que se estaban encarando otros aspectos personales y profesionales.
Creemos: por esa imperativa y tonta necesidad que sentimos de depositar nuestras ilusiones, en que realmente las cosas puedan cambiar. Que las denuncias y protestas, las críticas desde diversos sectores sociales y el rechazo a la corrupción, al nepotismo, al mal manejo de la cosa pública y a la administración dirigida de los órganos ejecutores de la ley van a cambiar para bien. Que los leves signos de mejora que percibimos el año pasado continuarán avanzando, y que realmente podemos y vamos a estar mejor. Porque nos merecemos esto como país y como sociedad.
Así, encarando con optimismo probablemente un poco cándido el devenir nacional e internacional, nos encontramos de pronto, por no decir chocamos, nuevamente con las noticias que, en un ciclo inacabable, los medios de prensa se emperran en poner delante nuestro. Imposible abstraerse a ellas, porque el que quiere oír oye y el que no, pues, aplica el recurso de la necedad para negarse a aceptar lo que está claramente ante sus ojos y oídos.
Nuevamente, se nos aparece la prensa, esa prensa independiente maleducada y con el pésimo gusto de informar sobre noticias que nos disgustan. Esa prensa libre, que no recibe dinero de las hidroeléctricas para pautar y mantener una línea neutra evitando incómodas verdades. Esos periodistas de medios escritos y televisión, que replican en las redes sociales, que optaron por la pésima y generalmente mal pagada decisión de no vender sus voces, escritos y almas a los poderes fácticos, que nos recuerdan que falta demasiado por hacer.
¿Cuál es la necesidad de fregarnos en la cara todo esto? Mostrarnos que no solamente no estamos mejor, sino que los nepobabys del Congreso y las Binacionales siguen ganando en un mes lo que un trabajador calificado en varios. Repetirnos imágenes que muestran policías del servicio de inteligencia en estado de ebriedad -como si faltara agregarle aditivos al caso- extorsionando a ciudadanos en la vía pública. Recordarnos que denuncias por tortura de años son nuevamente dilatadas en instancias decisorias por chicanearías de los abogados defensores.
¡Qué maldad andar mostrando como “Súper Bigote” se burla del mundo y de su propia gente jurando un nuevo mandato! E imágenes desgarradoras de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza. Mientras la Europa adormecida se debate entre poner freno a los atropellos de los inmigrantes, seguramente por el peso de conciencia del genocidio que cometieron -y siguen cometiendo- en suelo africano, y las normas que tornan su producción inviable ante el bajo costo asiático.
Sencillamente, no hay derecho. No tienen por qué intentar sacarle a la gente la venda que tiene sobre los ojos. Es mucho más fácil y cómodo andar ignorante por la vida. De hecho, mucha, hasta demasiada gente, opta por hacerlo. ¿O acaso no es mucho más cómodo seguir creyendo que somos la “¿Madre de Ciudades”, antes de analizar la tapa de diarios denunciando faltantes de administraciones municipales que no se pueden justificar? Para más, de postre nos sirven la noticia de que no se está tomando ninguna medida al respecto.
La prensa libre, aun con sus defectos y ejercida con limitaciones que se impone ella misma, es una de las tablas a las que debe aferrarse la salvación de nuestro país. Imaginemos solo por un momento los atropellos que se cometerían si no estuviera allí la prensa, exasperante y orgullosa. Todo el respeto para quienes la ejercen con valentía y decisión. Y para quienes venden sus principios y cambian de postura, indiferencia.