Vivir como hijo de Dios

Con esta fiesta del Bautismo del Señor encerramos el tiempo de Navidad, y empezamos el “Tiempo durante el año”. El Bautismo de Jesús es también una “epifanía”, una manifestación de Cristo, ya que la voz del Padre del cielo afirmó: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. Recordemos que el bautismo de Juan Bautista era solamente un rito exterior, solamente una invitación para cambiar de vida, a dejar de ser materialista y aprender a compartir más. Tenía su valor en cuanto disponía internamente para recibir el bautismo del Mesías, que es Cristo.

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Jesús no necesitaba del bautismo de Juan, pero lo recibió como aceptación e inauguración de su misión de Siervo doliente. Él se deja contar entre los pecadores, ya que es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. De modo sobresaliente, recibe la unción del Espíritu Santo para realizar perfectamente su tarea, y escucha la aprobación del Padre, afirmando que Él es el Hijo muy querido.

Prácticamente, todos nosotros hemos sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo cuando éramos niños, lo que significa que recibimos el bautismo cristiano. El tiempo fue pasando, muchos hemos recibido el sacramento de la Confirmación, lo que muestra una conformidad personal con el bautismo que nuestros padres nos dieron. Y hoy, jóvenes, adultos, o adultos mayores, tal vez para muchos, el bautismo fue apenas una tradición familiar, o un ritual para “ahuyentar” enfermedades o malos espíritus. Es hora de tomar conciencia de la maravilla que es ser bautizado, de ser agradecido a Dios y del noble compromiso evangélico que él nos brinda. Por el bautismo no solamente fuimos perdonados de todos los pecados, sino que hemos sido hechos “una nueva creatura”, un hijo adoptivo de Dios, partícipes de la naturaleza divina y coherederos de los bienes de Jesucristo. Como hijos de Dios tenemos que comportarnos de acuerdo a esta dignidad, y como explica san Pablo a Tito: debemos renunciar a la maldad, a la violencia de palabras y actitudes, a llevar una vida sobria sin caer en un necio consumismo, y dar testimonio de una existencia honrada, principalmente en el uso del dinero y de la sexualidad. De modo especial, el bautismo nos incorpora a la Iglesia, nos hace miembros de una linda comunidad, de modo que no tendríamos que huir de la participación, que expresa sentido de pertenencia y de corresponsabilidad.

Procure conocer la fecha de su bautismo, y la conmemore como la de su cumpleaños.

Paz y bien

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