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Más precisamente, el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios está compuesto por el anuncio del arcángel a María (25 de marzo); el nacimiento de Jesús (25 de diciembre) y la manifestación de la salvación a todas las criaturas.
Los tres Reyes Magos cuando llegaron a Jerusalén afirmaron: “Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.
La “estrella” habrá sido realmente un elemento astronómico que los orientó hacia el pesebre. Sin embargo, tenemos que considerar que ellos estaban con las “antenas prendidas” y supieron interpretar la mano de Dios en el significado de la estrella.
Es más, no tergiversaron delante de la invitación, no se hicieron los ñembotavy, pero se pusieron a camino, y supieron providenciar todos los medios para llegar.
En nuestra vida, el Señor lleno de ternura y sabiduría, pone muchas “estrellas”, que nos motivan a encontrar a Jesucristo.
El problema es cuando exigimos que estas “estrellas”, que son signos de Dios, sirvan para realizar nuestros propósitos personales aquí, ahora, y cómo los queremos.
A veces, la “estrella” que el Señor pone en nuestro sendero es un lindo trabajo, una aprobación en un examen de ingreso, o la reconciliación en una situación preocupante: ¡magnífico!
Sin embargo, otras veces, la “estrella” será una enfermedad, que no estaba en nuestros planes y altera nuestros proyectos. En esta situación el ser humano suele preguntarse desconsolado o rabiado: ¿Por qué a mí me pasa esto? ¿A mí, que, al fin y al cabo, no hago nada de malo? Mire, fulano y fulanita..., que son tan aprovechadores, ¡y todo les sale bien!
Nosotros tenemos que profundizar en el “para qué”, pues, si el Señor bondadoso permite esto, es para que nos demos cuenta de que algo importante debe cambiar en nuestra vida: uno debe cambiar a sí mismo, y no querer tanto cambiar a los demás.
Este signo doloroso de Dios puede ser la infidelidad matrimonial, la rebeldía de un hijo, la tirantez con ciertos familiares, y tantas otras situaciones apretadas: hay que buscar la parte buena de todo esto.
Una vez que “vemos su estrella” es necesario ir a adorarlo, hay que ponerse de rodillas delante del Niño Jesús y ofrecer nuestro regalo, que debe ser principalmente un corazón humilde, que respeta a los familiares y participa en la sociedad.
Asimismo, ofrecer el presente de una voluntad honesta, que no se calla delante de la corrupción de algún manguruju trasnochado.
Paz y bien