Amenazado en su propia cama

Para esta historia es necesario subirnos a la máquina del tiempo y retroceder unos 27 años, para ser más precisos a noviembre de 1997 en la cálida Asunción. El protagonista es un ilustre visitante español que llevaba más de 17 años como magistrado, contando con apenas 42 años de edad, y ya había sentenciado a centenares de terroristas, así como a decenas de narcotraficantes y delincuentes financieros.

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El entonces juez penal era considerado implacable, había conseguido poner tras las rejas a verdaderos profesionales de la delincuencia, del terrorismo y estaba investigando a violadores de los Derechos Humanos que -por medio de una alianza militar transfronteriza en Sudamérica llamado el “Operativo Cóndor”- habían secuestrado, torturado y asesinado a miles de personas en la región.

Abro paréntesis en esta historia para mencionar que el tiempo debe ser quien más ironías ha descubierto con solo dejar pasar los años. Este magistrado fue el disertante estelar en nuestra capital de un “Seminario contra la corrupción” que había sido organizado por el entonces contralor general de la República, Daniel Fretes Ventre, funcionario que casi una década después (en 2006) terminó condenado a 12 años de cárcel y multa por lavado de dinero y asociación criminal.

Muchos de nuestros más asiduos lectores habrán adivinado que nos referimos al famosísimo juez Baltasar Garzón, quien un año después de la visita a nuestro país y de conocer, entre otras cosas, el histórico Archivo de Terror de la dictadura (Hoy Museo de las Memorias), emitió una orden de arresto contra el mismísimo dictador chileno Augusto Pinochet, quien estuvo por 500 días detenido en Londres y pudo saber que no moriría impune.

Volvemos a 1997, la nota fue publicada en ABC Color en la columna de entrevistas de Hugo Ruiz Olazar denominada “Conversaciones Políticas”. Presentaba a Garzón por su fama de incorruptible y por su coraje que trascendió las fronteras de su país. Lo más llamativo para nuestra región es que acababa de conseguir encarcelar al exmilitar argentino Adolfo Scilingo quien confesó haber participado de los denominados “Vuelos de la muerte” durante la dictadura argentina, vuelos que consistían en lazar a las personas desde aviones.

La entrevista se centra en un primer momento en los crímenes mencionados, pero posteriormente toma otro rumbo, Garzón hizo una visita a Ciudad del Este y estaba sorprendido por el contrabando sin pudor, pero más específicamente por el contrabando de cigarrillos. “No he visto que exista ningún tipo de control. En la Unión Europea hay géneros estancados como el tabaco, que es una de las prioridades principales de control, por el índice de defraudación importantísimo que hay”, relataba y ponía de ejemplo a la región de Galicia en su país, agregando: “Se comprobó que las estructuras creadas para el contrabando de tabaco llegado un momento se reconvirtieron en tráfico de drogas. Los criminales llegaron a la conclusión de que era más fácil y rentable.”

Ante los posibles enemigos políticos que iban naciendo con su carrera, mencionó: “Cualquier juez que decreta la detención de una persona no debe esperar que esa persona le dé las gracias, sino todo lo contrario, ¿no? Hay mafiosos que le dirán al juez: -Ya te vas a acordar…” Posteriormente, mencionó al asesinado juez italiano Giovanni Falcone quien recibió un atentado con bomba tan grande que quedó registrado como si fuese un movimiento telúrico. Al final de la nota Garzón hizo mención a una sutil amenaza que le hicieron llegar en su propia cama, en dos ocasiones le pusieron cáscaras de bananas burlando a su custodia. “Quieren dar a entender hasta dónde pueden llegar”, decía.

En Paraguay y en Colombia hemos superado las etapas de las amenazas, cruzamos el umbral hacia los atentados y asesinatos de magistrados, de periodistas y de todo aquel que quiera esclarecerlos. El ejemplo más reciente es el asesinato por encargo del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en 2022, un hecho que volvió a cobrar relevancia hace días debido a que el articulador del atentado y quien colaboraba con las autoridades colombianas también fue asesinado en una prisión de ese país. El abogado de la familia Pecci asegura que “el monstruo está vivo”, dando a entender que la misma estructura criminal sigue actuando con total impunidad. ¿Deberíamos pedir ayuda a algún mago? Tal vez el fiscal general nos pueda dar esa respuesta.

arturo@abc.com.py

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