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Todo cambió en 1976 para el Paraguay con el triunfo de Jimmy Carter y más aún con el nombramiento, en 1977, de su embajador en nuestro país, Robert White. El Congreso norteamericano cortó la entrega de armamentos a las FF.AA. de nuestro país y comenzó una presión muy directa hacia la democratización y el respeto a los derechos humanos.
Desde entonces la Guerra Fría se transformó en una tensa crisis de Paraguay en su relación con EE.UU. en la cual este presionaba a nuestro país muy abiertamente y Stroessner defendía su dictadura con su doctrina de libertad sin comunismo.
Se negó a recibir a la Comisión de DD.HH. de la OEA para verificar la situación de los presos y torturados, trató de legalizar las represiones a través de las leyes 294 y 269, además de cambiar la Constitución Nacional (1977) para hacerse reelegir, y atacó abiertamente al embajador White a través de su propaganda de odio. Este, a su vez, apoyó también abiertamente al opositor Acuerdo Nacional, además de hacerse amigo de la familia Laíno, que entonces era el líder de la oposición, para irritar deliberadamente al dictador.
La década del 70 fue de grandes y amplias represiones de la dictadura, debido también a varios frentes de contestación al régimen militar y colorado, pero la presión efectiva del gobierno de Jimmy Carter hizo que las cárceles y calabozos se vaciaran.
Stroessner se vio obligado a cambiar de táctica, dejando atrás a las desapariciones y torturas para incursionar en la violencia callejera, prisiones de corto plazo y persecuciones judiciales. Carter, ya como expresidente, se siguió preocupando de los derechos humanos con énfasis en la integridad de la soberanía popular.
Estuvo en Paraguay para observar las elecciones generales de 1993 y pretendió cotejar los datos oficiales con los extraoficiales de la organización civil Saká, pero un extraño apagón, atribuido al poder fáctico del entonces poderoso militar Lino Oviedo, hizo que se quedara con los datos oficiales.
El expresidente norteamericano, que falleció el domingo 29 de diciembre de 2024, a la edad de cien años, recibió merecidamente el Premio Nobel de la Paz. Ignoro si en nuestro país alguna organización de DD.HH. lo premió con algún gesto de reconocimiento. Si lo hizo, me parece muy justo y razonable reconocer el intento más serio de colocar la moral por encima de la política.