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A inicios de este diciembre el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, implementó la ley marcial, algo que no sucedía en ese país desde hace unas cuatro décadas. Ordenó el despliegue del ejército y suscitó una movilización popular juvenil en su contra sin precedentes. A casi un mes del suceso, la crisis política persiste, al igual que las protestas de los millennials exigiendo su renuncia ante el rechazo de suspender libertades.
Yoon –ahora presidente suspendido– se retractó ante la presión en las calles de los juveniles prolibertades. Este fenómeno recuerda un poco a lo ocurrido hace diez años en Hong Kong: la “revolución de los paraguas”. Otro gran movimiento surgido en el Asia por la democracia y cuyo nombre tomó de esa pieza de uso cotidiano y utilizado como escudo protector de los gases lacrimógenos lanzados por la Policía hongkonesa durante las revueltas. El paraguas pasó a ser un símbolo de la lucha liderada por Joshua Wong (entonces tenía 17 años), el líder más carismático del movimiento estudiantil.
Parajódico, una década después jóvenes del Asia toman de nuevo protagonismo, mientras el caso surcoreano toma un rumbo incierto y pervive una parálisis política.
El Parlamento procedió a destituir a Yoon el pasado 14 de diciembre, y también, la semana pasada, al de sucesor interino del presidente, el primer ministro Han Duck-soo. Este fue acusado de involucrarse en presunta insurrección. Ante esta situación, el país quedó actualmente bajo la dirección del ministro de Finanzas, Choi Sang-mok, y a la espera de la decisión trascendental que deberá tomar el Supremo Tribunal, que deberá aceptar o rechazar la salida de Yoon.
Lo destacable. La conciencia cívica de las nuevas generaciones, por lo que la creciente participación juvenil en las manifestaciones populares son un fenómeno significativo en este contexto político. Al sentirse impactada por las decisiones gubernamentales se movilizan para defender los principios democráticos.
La toma de las calles que caracteriza a esta generación de jóvenes surcoreanos es, en parte, un reflejo de los desafíos que han enfrentado. Desde crisis económicas hasta escándalos políticos. Vieron cómo las decisiones tomadas por generaciones anteriores impactan directamente en sus vidas.
Esta realidad les empujó hacia un sentido de responsabilidad y urgencia para actuar. Por ello la masiva participación en manifestaciones tanto en Seúl como en otras provincias es también una declaración de intenciones: una voluntad de ser parte del proceso del cambio en vísperas del inicio de un 2025 global desafiante.
Los más recientes reclamos se vieron materializados con la masa juvenil interpretando «Into the New World» del grupo Girls’ Generation, demostrando resiliencia y determinación.
Escribió Yuval N. Harari en “Nexus” que “el poder siempre surge de la cooperación entre un gran número de personas”. Y vaya que los jóvenes surcoreanos sí que lo encarnan con la demostración de poder popular.