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No se desconocen los esfuerzos que realizan a nivel turístico para posicionar a nuestro país. De hecho, no hacen falta demasiadas parafernalias; con tal de mutar esas trampas mortales que tenemos por veredas, construir baños públicos para no toparse con la mierda humana y el olor a pis de hombre (sí porque son ellos los que riegan sus restos contra las paredes y rincones del Centro), ya habremos de avanzar en algo.
Por otro lado, la iniciativa de la ministra de invitar a este turista coreano a recorrer algunos landmarks locales, es por un lado loable, pero por el otro es un insulto para los cientos de ciudadanos locales que en un fin de semana se aventuran a las calles asuncenas para ver la ciudad con ojos turísticos, sin ningún tipo de ayuda ni ofrecimientos dadivosos ofrecidos al “hermano extranjero”.
A modo de ejemplo, hace una semana, la sede del Panteón Nacional de los Héroes mostraba su lado menos amable. Las banderas colocadas sobre los féretros de nuestros héroes estaban llenas de hollín y polvo, el piso sucio y los vitrales en lamentable estado. Las inmediaciones al callejón histórico de la Casa de la Independencia (cerrada por cierto) hedían a orín humano y estaban atestadas de basura.
Ni hablar de la otrora icónica escalinata de Loma San Jerónimo, cuyos mosaicos están hechos añicos. El pesebre y el arbolito del Palacio de Gobierno salvaron el día. Tenía que venir un ignoto turista coreano para recordarnos que además del desastre que tenemos por ciudad también tenemos autoridades que apestan pues tambalean frente a cualquier foráneo que les señala el trabajo que no hacen.