La pala de Clinton

Vamos terminando el año y seguimos sin conocer cuál es la idea del poder administrador sobre un tema que es fundamental.

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Lo recalcamos ya que se trata de un año en el que el Ejecutivo tuvo viento a favor, por tratarse del primer año pleno de gestión, con bajo desgaste aún, y muy poca oposición a sus proyectos.

Ya el 2025 será distinto, como lo anticipa el viejo sainete que comenzamos a ver en estos últimos días del año, bajo la representación de que el partido de gobierno es gobierno y oposición en cada período.

El próximo año se agregarán las internas municipales, y como es habitual varios verán repentinamente la luz, para pasar a convertirse en críticos tenaces, y cualquier discusión de fondo pasará nuevamente a estar condicionada por el electoralismo de oficialistas y nuevos opositores.

Por eso creemos que este fue un año desperdiciado para plantear una discusión que, como decíamos al inicio, creemos fundamental por su impacto económico y social.

Solo en lo que va de este año, la Caja de Jubilaciones y Pensiones, popularmente conocida como Caja Fiscal, ya devoró casi 261 millones de dólares de dinero público, un monto que prácticamente duplica los más de 139 millones de dólares de agujero que produjo la caja en el mismo período el año pasado.

El crecimiento de este ya gigantesco pozo es exponencial, y vamos terminando el 2024 sin conocer cuál es la idea de reforma que el Poder Ejecutivo propondrá.

Es cuestión de mirar los números para entender la urgencia de la necesidad de una reforma que busque nuevamente acercarse a un equilibrio entre lo que se recauda mensualmente en concepto de aporte jubilatorio y lo que se desembolsa mensualmente a quienes ya están jubilados.

Hablamos de un agujero de 261 millones de dólares solo en lo que va del año, y que conste que esto es incluyendo al sector de los empleados públicos, el único que sigue teniendo un superávit del 19 por ciento, aunque su proporción de aportantes frente a jubilados ya cayó a solo seis activos por cada trabajador retirado.

Si excluimos a los empleados públicos para dimensionar el agujero, el déficit a ser cubierto este año ya es de más de 285 millones de dólares.

Es que el resto de los sectores tiene números en rojo escarlata.

Los maestros lideran la tabla, con más de 881 mil millones de guaraníes negativos para poco más de 37 mil jubilados y pensionados, y casi 81 mil activos.

Aunque son los uniformados los que lideran el déficit histórico y proporcional: más de 644 mil millones con menos de 10 mil policías y herederos, y más de 27 mil activos; y más de 598 mil millones para unos 8 mil 500 militares y herederos frente a poco más de 16 mil activos.

Las dos cajas restantes también arrojan pérdidas: los magistrados acumulan un déficit de más de 38 mil millones con solo 900 jubilados y herederos, y casi 3 mil activos; y los docentes universitarios con más de 32 mil millones en rojo para sus poco más de 1 mil 800 jubilados y herederos, y menos de 13 mil activos.

Globalmente, al mes de noviembre, la caja tiene un déficit del 42 por ciento, y sin reformas llegará rápidamente a solo cubrir con lo que recauda, la mitad de lo que debe desembolsar todos los meses.

Un déficit que crece exponencialmente y que solamente en estos dos años se habrá devorado más de 400 millones de dólares de dinero público.

Un agujero que se viene financiando con los ingresos fiscales, y que de no ser contenido irá desplazando naturalmente a otras prioridades del gasto público.

La reforma es urgente. Como dijo alguna vez Bill Clinton, la primera regla cuando estás dentro de un pozo, es dejar de cavar.

guille@abc.com.py

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