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DOS. Con la conferencia de prensa en el Consejo de Defensa Nacional (CODENA) todo quedó más oscurecido. Lo único clarísimo es que el Presidente de la República Santiago Peña sabía lo que consumó su Zar antidrogas, que lo autorizó y que Rachid lo consumó.
TRES. Los intentos desesperados del ministro del interior Enrique Riera por transmitir a la población -y al mundo- que las cosas siguen como estaban con la DEA, o aún mejor, se ahogaron. Cuanto más se oscurecía que la SENAD no tiene recursos, pero se dio el lujo de cancelar recursos. Cuanto más se explicaba que ahora todo estará mejor, pero como no hay muchos agentes sacaron a la DEA. Cuanto más nos decían que la Policía Nacional está encargada de la seguridad interna del Paraguay, y que por eso estará más reforzada por la DEA… más se hundía el discurso. Es una enorme falsedad decir que Paraguay es el único país donde la DEA apoya a 2 organismos como SENAD y Policía; México, Colombia, Argentina, Perú y otros países latinoamericanos tienen refuerzos hasta en seis organismos contra el crimen.
LO ÚNICO CLARO AHORA ES QUE NO ESTÁ CLARO QUE EXISTA UNA POLÍTICA DE SEGURIDAD CONTRA CRÍMENES TRANSNACIONALES. Y que si existe, no la saben todos los que están a cargo.
Y NO NOS VENGAN con el chauvinismo trasnochado de que podemos solos con organizaciones criminales delictivas transnacionales. Las bandas delictivas hace décadas dejaron de ser preocupaciones locales que el Dr. Francia solucionaba con un cierre de fronteras. Estamos asolados por organizaciones criminales brasileñas como el PCC y el Comando Vermelho; por el venezolano Tren de Aragua, por bandas bolivianas de proveedores de droga, por grupos colombianos que dejaron la guerrilla para fortalecer el narcotráfico. Nos permean hasta mafias italianas. Y aseguran que se financia al terrorismo en la Triple Frontera.
Habida cuenta que hasta los fiscales reciben instrucciones por WhatsApp del abogado de Cartes, tenemos todo el derecho de pensar que todo este escándalo pudo ser engendrado desde el equipo de los sospechosos de siempre; esa gente que va a rendir cuentas en quinchos donde cuadriculan el país y lo despellejan de acuerdo a sus voracidades. No tengo pruebas pero tampoco dudas.