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La etapa inicial de este nuevo ciclo es el Adviento, un tiempo básicamente mariano, se caracteriza por la preparación para la venida del Señor, tiempo de espera de que se cumplan las promesas de Dios.
El estilo apocalíptico del inicio del evangelio puede generar temor, pues habla de una convulsión de los astros del cielo. No se debe dar valor a cada detalle de la descripción, pero al sentido general: tengan ánimo, está cerca la liberación, pues este mundo, y su desorden, pasará, y únicamente Cristo brillará como Señor y Redentor.
Las convulsiones que golpean nuestras vidas muchas veces nos dejan mareados, ya que al ir terminando el año podemos notar que proyectos muy anhelados se quedaron en el tintero. Tal vez, no conseguimos el empleo deseado, no logramos encontrar la pareja soñada, no recuperamos plenamente la salud, o nos perdimos en divagaciones con interminables redes sociales.
Es necesario revisar las medidas de éxito y gloria que manejamos, que fácilmente son materialistas y egocéntricas. Hay que ahondar en el encanto del ser humano como obra de Dios, redimido por Jesucristo y templo del Espíritu Santo.
Viviremos la liberación más intensamente cuando sepamos tratar a los familiares con respeto y actitudes de solidaridad, recalcando la mutua responsabilidad dentro del hogar. Sin embargo, es importante también no dejarse manipular por ideologías y superfluos.
Es sumamente hermoso ver al otro como un compañero en la peregrinación que hacemos por este mundo, que pasa tan fugazmente, como lo muestra este año, que ya se está yendo. Incluso, entender que todas las criaturas son nuestras compañeras de camino, y por ello, al estilo de san Francisco, cuidemos del agua, de los árboles, del aire puro, en fin, ayudémonos recíprocamente.
Es más, para que seamos liberados, Jesús insiste en que no nos dejemos aturdir por los excesos de agitación mental, que lleva a un nerviosismo atolondrado. Asimismo, evitemos la embriaguez, pues constatamos horrorizados las consecuencias del abuso alcohólico, tanto en accidentes, como en peleas totalmente evitables.
El Señor igualmente nos advierte a que no nos dejemos avasallar por las preocupaciones de la vida, sino que seamos laboriosos y mesurados.
Empezando el Adviento reservemos más tiempo para conversar con Cristo, para escucharlo y para llegar a la Navidad con un espíritu renovado, verdaderamente lleno de ánimo y de esperanza.
Hoy también celebramos el Día Mundial de la prevención del VIH Sida.
Paz y bien