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La dictadura ucraniana de Vladimir Zelensky, que reivindica como héroe nacional al nazi hitleriano Stepan Andriyovych Bandera y promueve a integrantes de las SS hitlerianas como Yaroslav Hunka, venía solicitando dicho permiso para tratar de revertir la debacle militar que sus fuerzas están sufriendo en el campo de batalla.
La dictadura ucraniana, surgida del golpe de Estado dirigido por la embajadora de EE.UU. en Ucrania, Victoria Nuland (idéntico al que dirigió en Paraguay Maura Harty, embajadora de EE.UU. en Asunción), agredió tanto a Rusia desde el golpe, que fue obligada a firmar los acuerdos “Minsk 1″ y “Minsk 2″ para dejar de asesinar rusos por las calles, cosa que nunca cumplió.
La argumentación de EE.UU. para negar el permiso la detalló el ministro norteamericano de Defensa, Lloyd Austin, el 23 de octubre: el uso de misiles de largo alcance contra Rusia requiere el uso de soportes norteamericanos (definición de blancos y rutas, que se hacen con satélites estadounidenses); requiere asistencia de personal norteamericano (“asesores”) para operar las lanzaderas y, principalmente, agravará las tensas relaciones con Rusia sin modificar la suerte de las fuerzas ucranianas.
Sorprendentemente, esta semana que pasó, mientras Biden paseaba por Brasil por la cumbre del G20, EE.UU. autorizó a la dictadura ucraniana el uso de los misiles que le había negado el 13 de setiembre. Poca gente sabe quién tomó la contradictoria y riesgosa decisión, que generó una escalada del conflicto ucraniano que nos acerca todavía más al estallido de la Tercera Guerra Mundial.
El dictador Zelensky no perdió tiempo y apenas horas después del permiso norteamericano disparó una andanada de los misiles en cuestión al territorio ruso, aunque sin causar daños. pues la defensa aérea rusa derribó cinco de los seis artefactos disparados.
El presidente ruso, Vladimir Putín, respondió a la agresión firmando un decreto que modifica la doctrina nuclear rusa (Rusia es la primera potencia nuclear del mundo por cantidad de misiles atómicos) autorizando el uso de fuerzas nucleares en caso de un ataque desequilibrante de fuerzas “convencionales” enemigas, “que solamente pueden ser operadas por EE.UU.”, y ordenando el uso de sus nuevos misiles “Oreshnik”, de mediano alcance, contra la dictadura ucraniana.
Luego, en un discurso a la nación, Putin explicó que los “Oreshnik” son misiles hipersónicos con capacidad nuclear que están fuera del alcance de los sistemas antiaéreos de Estados Unidos y sus aliados y que están listos para responder a nuevas agresiones.
Quienquiera que haya dado el permiso norteamericano a la dictadura de Zelensky para usar misiles, es alguien que prefiere una Tercera Guerra Mundial a esperar que el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, pueda hacer efectivo su plan de paz. Así de nazis son los globalistas onegeceros a los que Trump podría desalojar del poder si es que le permiten asumir.