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Las lágrimas derramadas por la abuelita demuestran toda su rabia e impotencia por el hecho, atendiendo que con la leche que lograba sacar de forma diaria a sus lecheras, comercializaba para de esta forma ganarse como tantas otras familias la vida de forma honrada.
Cuando se le preguntó a la sexagenaria si ya procedió a denunciar el grave hecho, la misma respondió “¿Para qué? si todos sabemos quiénes se dedican a este tipo de ilícitos, y además que trabajan con las mismas autoridades”, decía entre llantos la desconsolada anciana.
Esta misma situación de inseguridad y sobre todo el robo de animales vacunos a familias humildes, se da en todo el país y de manera preferente en comunidades del Alto Paraguay, zona caracterizada por la actividad ganadera.
Así como doña Clara, numerosos pequeños productores de esta región chaqueña, que no superan la tenencia de 15 a 20 animales vacunos, y que se constituyen en la única fuente económica para poder mantener a sus familias, también sufren la inmisericordia de los abigeos, pero peor aún es la indiferencia de las autoridades.
Autoridades estas (Policía y Fiscalía) que muchas veces se muestran selectivas a la hora de investigar los robos de ganados, ya que cuando los afectados son los considerados grandes productores, aparecen uniformados de diferentes dependencias y, por lo general, se dan soluciones favorables.
Sin embargo, cuando el que sufrió el robo es un pequeño ganadero, esto por lo general queda en el olvido, ya que nunca el afectado logra recuperar el animal sustraído, o por lo menos que se descubra a los abigeos.
Que las lágrimas sinceras de doña Clara no queden en el olvido, y sirvan para abrir el corazón de piedra de nuestras autoridades, y que se pueda hacer de verdad la tan anhelada justicia para todos, sin ninguna excepción.