Reunión colorada en el Olimpo

El general Bernardino Caballero invitó a los fundadores de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) “para tratar asuntos de interés partidario”. No asistieron todos, pero sí algunos de los más influyentes.

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Luego de agradecer la presencia “de los queridos correligionarios”, Caballero dijo que necesitaba compartir una inquietud acerca del destino del Partido, que era también el destino del país. Recordó que en el acta fundacional, del 11 de setiembre de 1887, se firmó el compromiso “de ocuparse preferentemente de todas las cuestiones de interés público que interesen la prosperidad y el engrandecimiento y la felicidad de la patria, así como de propender al afianzamiento de las libertades públicas”.

En varios momentos de nuestra historia hemos dado cabal cumplimiento a estas cuestiones, pero en otros, como ahora, nos hemos desentendido de ellas. (SE LEVANTA UN BRAZO) Tiene la palabra el doctor Decoud:

Dr. Decoud (José Segundo): Para responder con certeza tenemos que saber: 1) si es el Partido Colorado el que está en el poder de la República. No olvidemos la fábula de la lucha de Dios con Lucifer por la supremacía del universo. Dios fue derrotado y con endiablada astucia el ganador gobierna en nombre de Dios; 2) La República que hoy se invoca ¿es la misma por la que habíamos votado? ¿Gobierna el pueblo a través de sus representantes? ¿Se afianzan las libertades públicas? ¿Es el Partido una Asociación de hombres libres?

Caballero: Mi idea sobre la República ya la había expuesto en mi mensaje presidencial al Congreso en abril de 1881. Dije entonces: “… mi gobierno no hace, ni hará exclusión de personas: solo exigirá para los destinos públicos la mayor suma posible de idoneidad y siempre una cumplida integridad, convencido de que solo con las virtudes pueden fundarse repúblicas y formarse grandes y gloriosas naciones…”.

Centurión (Juan Crisóstomo): Con permiso, vuelvo a la fábula relatada por el doctor Decoud. Los acontecimientos nos llevan a pensar que no es el Partido Colorado, el que hemos fundado, el que está en el poder, sino quienes se apoderaron de él con la misma astucia diabólica. Entonces vemos que en nombre de nuestro Partido se cometen actos intolerables. ¿Dónde están la idoneidad, integridad, las virtudes para ocupar los cargos públicos? ¿Qué idoneidad? ¿La de ser hijos, hermanos o esposas de los acomodados? ¿Dónde la integridad? ¿En los tránsfugas? ¿Cuáles son las virtudes? ¿Vivir de rodillas, no tener opinión propia, buscar los más imaginativos pretextos para vivir del dinero público?

Uriarte (Higinio): Hago mías las palabras de Juan Crisóstomo, siento la misma indignación y la misma impotencia.

Caballero: Cuando di apertura a la sesión del Congreso el 1 de abril de 1885, dije: “Para que las leyes sean verdaderamente benéficas, no solo deben ceñirse a los preceptos constitucionales, sino ser adecuadas a las necesidades del país, consultando en cada caso los medios más conducentes a promover el bienestar y engrandecimiento nacional”. Desde aquí vemos con espanto los propósitos mezquinos de las leyes. Nunca servirán para el bienestar nacional. Al contrario. Para peor, se involucra a nuestro Partido en estos actos repudiables.

Uriarte: No solo nuestro Partido, también le alcanza al Partido Liberal.

Egusquiza (Juan): Hoy vemos que en el Congreso, al menos, son un solo Partido.

Decoud: Yo creo que para salvarle al Partido Colorado de tantas inmundicias habría que refundarlo.

Caballero: No será la solución porque las mismas personas de ahora secuestrarán la asamblea. La solución es que el Partido Colorado vaya a la llanura. Solo ahí se va a purificar. Verán ustedes cómo huyen los hipócritas, los tránsfugas, los vagos, los delincuentes. No aguantarán ni un mes vivir sin el dinero de los contribuyentes. Se irán todos al nuevo poder y se quedarán los colorados.

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