Motivos para la esperanza

En medio de tanta mala onda que fluye a diario de nuestra “clase” política, como el vergonzoso “diputour” en el que unos paniaguados se dieron un paseíto por el norte del continente con plata del pueblo –dos representantes encarnacenos, entre ellos– un par de buenas noticias que nos tocan muy de cerca vienen muy bien para mantener la esperanza de que “no todo está perdido”.

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Una de estas buenas noticias es el logro obtenido por el profesor Roberto Larrosa, y su hija Aime Larrosa, ambos cultores de las artes marciales, en la 16ª Copa Funakochi Gichin. Un torneo mundial de karate que se realizó en Japón, a fines de octubre.

Ambos llevaron la representación de Paraguay en un evento de fama internacional que reúne a los mejores atletas del mundo en la especialidad. Nuestros representantes lograron plantar la tricolor entre los cinco primeros países mejor posicionados, lo que no es poca cosa.

Es un mérito y un orgullo para la ciudad. Quién en Encarnación no conoce el trabajo tesonero, el esfuerzo, la convicción y perseverancia con que viene trabajando desde hace décadas el profesor Larrosa formando jóvenes en el conocimiento y la filosofía de las artes marciales.

Otra alentadora noticia, ocurrida esta semana, es el reconocimiento recibido por tres jóvenes estudiantes de la Universidad Nacional de Itapúa (UNI), durante la 31ª Jornada de jóvenes investigadores desarrollada por la Universidad de la República y la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM), de Uruguay.

Las estudiantes María Mereces Chudyk, Clara Villalba y Maquenna Gaiarín fueron distinguidas por sus respectivos trabajos de investigación académica en un espacio que convoca a cientos de jóvenes estudiantes de grado y posgrado de universidades públicas y privadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, que integran el Grupo.

Como estos dos ejemplos, uno del mundo de los deportes, otro del ámbito académico, existen muchos otros casos de esfuerzos que, como los árboles, crecen sin hacer ruido, y testimonian que el esfuerzo propio arroja resultados.

Bien por ellos, por su esfuerzo y dedicación. Sus logros se proyectan a la ciudad, al país. Alientan al optimismo y la esperanza, tan vapuleadas por esa onda de corrupción, de brutal ausencia de sentido común y de ética que “adorna” a muchos –demasiados– de nuestros representantes en las instituciones del Estado.

jaroa@abc.com.py

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