¿Cuánto lo que cuesta?

¿A quién no le pasó? Que una vez terminada la reunión de amigos regada con abundante cerveza y en donde se festejaron con carcajadas los interminables casos e historias, a la hora de pagar el mozo tenía que esperar pacientemente mientras se hacía la vaquita. Desde luego, nunca faltan el que se levanta para atender una llamada urgente y otro que justo ese día se olvidó de la billetera. Como sea, en algún momento alguien se puso de pie, y mientras llevaba la mano al bolsillo trasero preguntó ¿cuánto falta?

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Misma cosa ocurre en las reuniones de comisión directiva de algunos clubes y asociaciones. Sea por no haber recaudado lo suficiente en cuotas sociales, o porque los eventos programados no resultaron como lo esperado, a la hora de hacer frente a las deudas no alcanzaba el dinero de la caja. Y en cierto momento de la reunión, que ya se prolongaba demasiado, un miembro pidió la palabra para decir ¿cuánto es lo que falta?, y de esa forma cortar de raíz el problema incómodo.

Está lejos de ser la situación ideal, y tampoco deja bien parados a todos los responsables, pero en algunas ocasiones es necesario poner orden a través de este método. Es un llamado de atención a la falta de planeamiento y previsión, una cachetada al amor propio y, por qué no, debería calar profundo para que no se repita. Sencillamente, porque se debe estar a la altura de los compromisos asumidos, no se trata solo de ocupar cargos para presumir de ellos, sino cumplir con las obligaciones que conllevan, caso contrario se reduce a “todo ladrido y nada de mordisco”.

El fin de semana pasado, recorrimos varias avenidas y barrios capitalinos junto a un grupo de aproximadamente 600 ciclistas, en el marco de un paseo en bicicleta muy agradable. Fue ameno pedalear bajo el sol radiante del domingo, sin hacer demasiado calor aún. También la actitud de las personas, tanto de los transeúntes como también conductores hacia los ciclistas fue fantástica: Saludos, toques de bocina y hasta algunos niños que extendían las manos para hacer “chócale” a los pedaleros, una verdadera fiesta.

Vale la pena mencionar también que las calles en general estaban bastante limpias, en lo que sin duda colaboraron los funcionarios municipales como también la lluvia caída apenas un par de día atrás. Cuando se alían el trabajo y las condiciones climáticas, el éxito está asegurado.

¡Un placer! Verdaderamente, fue llegar por la Avenida Sacramento hasta Primer Presidente, con nuestro hermoso Jardín Botánico enfrente. Allí como que hasta el más cansado encontró fuerzas para continuar y llegar al Puente Héroes del Chaco, incluido en el paseo y, sin ninguna duda, la cereza sobre la torta del recorrido dominguero.

Con mucho profesionalismo, el cuidado del extenso pelotón de ciclistas fue acompañado durante el recorrido sobre el puente por la Policía Caminera, que se sumó en ese tramo a la Policía Municipal de Tránsito. Cabe destacar que ambas estuvieron impecables, al igual que los agentes de la Unidad Lince, también presentes. De esta forma, cruzamos el puente seguros y con la mejor onda, salvo por un detalle no menor que llama mucho la atención cuando se observa por encima de la barandilla.

A ambos lados, pero de forma mucho más marcada hacia el Chaco, a los costados del puente en sus tramos sobre tierra se pueden observar verdaderas montañas de basura acumuladas. Y no son nuevas, se han ido juntando a través de los meses, desde la inauguración de la obra al público, quizás hasta antes.

El puente atirantado es un orgullo no solamente para los asuncenos sino para todos los paraguayos, y su estampa nocturna adornada de luces con los colores patrios ya es una postal omnipresente en las estampas del Paraguay. Por eso, la basura a sus costados duele y molesta especialmente, considerando lo que esta obra representa.

Partiendo desde su construcción y en consideración al costo, este aspecto debería estar más que contemplado en la operación que conlleva su uso. Finalmente, el presupuesto de este portento de más de 600 metros de largo no fue para nada poca cosa, como sí debería serlo la solución que a gritos reclama el problema.

La concientización de la gente y educación ambiental están muy bien, pero van a llevar cierto tiempo todavía. Aquí lo que urge es que se manifieste el Ministerio de Obras Públicas y exprese “¿Y esto cuánto lo que cuesta?” disponiendo de los recursos para limpiar esa franja de dominio del puente. Y si no sabe cómo hacerlo, cualquier ONG ambientalista sabrá llevarlo adelante, en forma más eficiente y a menor costo.

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