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2. La cooperación internacional no es otra cosa que la relación que se establece entre dos o más países, organismos u organizaciones de la sociedad civil, con el objetivo de alcanzar metas de desarrollo consensuadas. Hay cooperación de Estado a Estado dentro de un bloque, como en el caso del Mercosur; hay cooperación de organizaciones multilaterales, como Banco Mundial, BID, etc., y existe la cooperación bilateral entre Estados. Sin embargo, algunos países desarrollados tienen la política de destinar la cooperación a los Estados y al mismo tiempo a las sociedades organizadas, para lo cual crean agencias especializadas, como la JICA de Japón, la Koica de Corea, Usaid de EE.UU. y otros que no solo ayudan a los programas gubernamentales, sino también a las organizaciones de la sociedad civil (OSC). Pero donde es más flexible la cooperación es entre ONG o entre OSC de Europa y Estados Unidos, y otros, con sus pares de Paraguay. ¿Y cuál es la razón? Porque aquellas son organizaciones grandes frente a las nuestras y aunque no dependen del Estado, recaudan mucho dinero de las sociedades concientizadas respecto a los retos globales, que afectan preferentemente a los países no desarrollados.
3. Por ejemplo, Oxfam Intermón, de España, que ayudaba también en Paraguay, tiene 162.426 aportantes (80% del sector privado), y en la campaña 2018/19 recaudó mil millones de euros, con los cuales llegó directamente a unas 20 millones de personas. Y seguramente los cartistas piensan que las OSC paraguayas despilfarran ese dinero y sus pares donantes alimentan a los adversarios, a quienes les gustaría ver que lleguen arrastrados ante ellos a solicitar empleo o rubro. Lo que no saben es que las agencias donantes son severas y eficientes evaluadoras de resultados y exigentes en la rendición de cuentas.
4. Claro, nunca van a llegar a “la eficiencia” de quienes controlan el uso del dinero de los contribuyentes en la Municipalidad de Asunción, donde Nenecho simplemente se niega a mostrar los papeles a pesar de las leyes vigentes que lo exigen. O como las decenas de intendentes que simplemente no rinden cuenta a la Contraloría y siguen campantes.
En realidad, esta ley en curso contra las ONG es más que garrote, una sombrilla para cubrirse de probables garrotes contra ellos que pueden recibir de la otra cooperación internacional que busca eliminar la corrupción, el narcotráfico y otros delitos, cuyos castigos ya carecen de frontera y donde las OSC cooperan con la justicia. Ese es el temor real del cartismo.