La olla de Itá

El Gobierno ha prometido que para 2025 “Hambre Cero” tendría cobertura total en las instituciones educativas. Algo, a primera vista, loable. Sin embargo, mientras esto llega, los craneócratas del proyecto han retirado a decenas de escuelas sus meriendas y almuerzos escolares, dejando a los niños con el estómago vacío y sin la que probablemente podría ser la única comida del día. Como el hambre no espera, grupos de jóvenes realizan “ollas populares” porque en la vida real, solo el pueblo salva al pueblo.

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Dice la crónica periodística que “los estudiantes del colegio técnico municipal departamental Juan E. O´Leary de la ciudad de Itá preparan ollas populares para almorzar en la institución educativa, denunciando que fueron marginados del programa Hambre Cero, a cargo del Ministerio de Desarrollo Social (MDS) en Central.

La iniciativa de los alumnos, que tienen horario extendido, cuenta con el apoyo de sus padres”. Además de este colegio, otros 15 no han sido incluidos dentro del programa para este año y por ello, solo recibieron el almuerzo hasta el 20 de septiembre y desde entonces se arreglan como pueden. Lo mismo sucede en algunas escuelas que desde el mes pasado han dejado de recibir la leche y las galletitas de la merienda escolar.

Es indignante que jóvenes y niños que deberían dedicar el 100% de su tiempo, esfuerzo y concentración a estar aprendiendo en las aulas, deban ocuparse de su alimentación y la de sus compañeros. Las autoridades de estas instituciones han levantado voces ante esta calamidad de dejar a personas menores de edad sin alimento. Sin embargo, será cuestión de tiempo para que desde el Gobierno tomen represalias en contra de estos directores que han hecho estos señalamientos. Por otra parte, también suelen haber críticas hacia padres y madres que envían a sus hijos a las escuelas sin almorzar o sin recreos. Es muy fácil juzgar a estas personas sin conocer acabadamente su realidad.

Muchas de ellas son trabajadoras informales o si tienen un trabajo son explotadas con horarios y pagas infames, con la amenaza de ser echadas por retrasarse o pedir permiso para atender las necesidades de sus chicos. Teniendo así como única esperanza a la escuela.

Ni hablemos del festival de robos que se hicieron hasta la fecha so pretexto de brindar el “servicio” de almuerzo o merienda escolar. Como sea, es un acto criminal y sacarles la comida de la boca a los niños, niñas y adolescentes. Ellos no pueden esperar hasta el 2025 para comer. Es CRI-MI-NAL.

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