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A raíz de esto los yuyeros de todo el país, se reunieron en el local de un balneario de Itauguá para analizar el tema y formar una Asociación. Agrupados de esta manera y conformada la directiva, se marcharon a conversar con las autoridades del Poder Ejecutivo y Legislativo para definir posturas y trabajar por una Ley que ampare a los herboristeros del Paraguay.
Las hierbas medicinales forman parte de nuestra cultura. Es una herencia que nos dejaron los Guaraníes que tenían un vasto conocimiento sobre sus poderes curativos. Todos usamos una hoja, una flor, una cáscara o una raíz en mate, té, infusión o tereré. Utilizamos por costumbre de generación a generación, para dar sabor o para molestias digestivas. La gente también recurre a los conocimientos ancestrales para tratarse con la medicina natural diversas afecciones. Y claro que tiene evidencias científicas, puesto que en las mismas farmacias y famosos laboratorios se recurren a las plantas para fabricar jarabes, pastillas, pomadas y cápsulas. Son muy conocidas para vías respiratorias le miel con el ambay, el propóleo y el polen de flores. El boldo, la manzanilla y el anís se cargan en paquetes para la buena digestión. Hay para todo tipo de problemas. Eso sí, debemos de tener cuidado en emplear la dosis correcta y las veces que hay que ingerir.
La Dinavisa aclaró que no se incautaron de yuyos, ya que estos no necesitan registros sanitarios. Sí que tomaron cápsulas, cremas y jabones que son productos fitoterapéuticos. Obvio que requieren ya un control más riguroso porque los consumidores necesitan seguridad y confianza en productos que son para la salud. En este sentido estamos de acuerdo en que deben ser controlados. Los yuyos pueden venderse bien limpitos y frescos, sin ningún problema. Libre de hongos o suciedades. Es bonito que se aprenda a presentarlos en forma decente y llamativa como hacen algunos vendedores que manejan el marketing. Todo envuelto con papel celofán y cintas. Tarjetas del negocio incluidas en los paquetes.
La parte social es muy importante observar. Muchas familias viven de este trabajo. Gente que cultiva o recolecta. De madrugada traen en bolsas grandes y desde puntos fijos distribuyen en canastos, en casillas, mesas y en modo ambulante. Hay de todo y las personas logran salvar su puchero dedicándose a esto en vez de salir a robar, ya que no se genera puestos de trabajo en estos momentos. Por esa razón se debe crear una normativa que favorezca a la clase pobre que trabaja con estos productos, cuidando la calidad e higiene. Los vendedores del mercado que son muy sacrificados van a ponerse en pie de guerra para salvar su sustento. Sabemos que hay mucha deshonestidad en la fábrica de algunos productos que no son muy confiables y le ponen cualquier cosa para vender y ganar plata. Por eso mismo, tienen que intervenir en forma correcta los entes del Estado y la fiscalía. De ninguna manera para perseguir a los más humildes, sino para cuidar que todo esté en orden. Hay que proteger las hierbas y capacitar a los vendedores. Los naturistas deben ajustarse a las normativas y no ejercer una medicina ilegal. Ese es otro punto.