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Susana llegó más lejos que muchas de nosotras en una época difícil para una mujer: arribó a las aulas del master en periodismo profesional del diario ABC de Madrid y de la Universidad Complutense, a cursos en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y obtuvo un doctorado en la Universidad Diego Portales. Fue la primera mujer que dirigió el Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) y le tocó en una época que hubo que rearmar las bases después del stronismo; es fundadora y llegó a ser presidenta del Foro de Periodistas Paraguayos (FOPEP).
De golpe y porrazo, con el trato que no dan ni a quienes roban dinero público, ni a quienes se vinculan con el narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción y lavan dinero, los “oenegefóbicos” selectivos la expusieron públicamente por haber recibido una remuneración del CIRD. La crucificaron y la expusieron con la brutalidad que ninguno de ellos usó con próceres cartistas vinculados a corrupción, narcotráfico y lavado de dinero. Si hubieran hecho un mínimo trabajo, se hubieran dado cuenta que Susana fue el alma de un enorme taller de periodismo de investigación que duró varios días y al que acudieron unos 30 colegas de muchos medios de comunicación junto a grandes maestros del periodismo como Alcibiades González Delvalle. Creo que recopilaron al menos media docena de casos de corrupción y Susana se encargó de todo el proceso y de sacar un libro que vio la luz el año pasado.
¿Estaba lavando dinero Susana, proveniente del crimen estadounidense al servicio de fuerzas secretas yanquis en reuniones clandestinas auspiciadas por el capitalismo? ¿Afectó la “gobernanza” del país por entrenar periodistas desde un lugar público, transmitido cada día por los medios, y que tomó como caso práctico el metrobus? ¿O en realidad es una vendetta porque a este taller se presentó sorpresivamente el ex ministro cartista del MOPC Ramón Jiménez Gaona y los colegas lo expusieron en una sesión pública?
Aló René fue otro que, inexplicablemente saltó de su gomería y de sus pasacalles a ser expuesto públicamente como sospechoso en una comisión que, supuestamente es de “investigación de hechos punibles de lavado de activos contra el patrimonio del estado, contrabando y otros delitos conexos”. ¿Qué más andará lavando Alfonso en su gomería, aparte de cubiertas, cámaras, llantas y pasacalles, para aparecer como una pieza misteriosa y clave en una comisión conjunta de investigación que vive lanzando bravuconadas? Son los problemas que surgen cuando un payaso entra a un Palacio; no es que el payaso se convierte en presidente sino que el Palacio termina siendo un circo.