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Así, el Evangelio nos exhorta a no dar escándalo, lo cual es la actitud, o comportamiento, que lleva a otra persona a practicar el mal. Aquel que escandaliza es como un tentador del semejante, puede ocasionar su muerte espiritual. Esto adquiere una gravedad especial según la autoridad de quien lo causa, o la debilidad de quien lo padece.
El escándalo puede ser provocado por la ley, por las instituciones, por la moda, igualmente, por los que, manipulando la opinión pública, la desvían de los valores morales. (Catecismo 2284).
Una forma de escándalo es juzgarse dueño de la verdad y de las buenas obras, a tal punto de impedir o despreciar al otro en sus iniciativas positivas, “porque no es de los nuestros”.
Este aire de prepotencia trae grandes daños a una familia, o a un país, porque desune las fuerzas y crea dos grupos: nosotros, que somos “los buenos”, y ellos, que son “los malos”, a quienes debemos intimidar.
Asimismo, Jesús hace una grave advertencia a los adultos, en cuanto a dar escándalo para los niños y jóvenes, afirmando ser mejor encajar una piedra de molino en el cuello y ser echado al hondo del mar.
Los adultos han de dar un afecto sincero a los niños, evitando toda clase de abusos, de palabras agresivas, de manoseo sexual y de falta de alimentación adecuada.
A los jóvenes han de acompañar con diálogo sincero, inculcando el sentido de responsabilidad personal, sin jamás querer comprar su amistad con regalos materiales. El ejemplo personal es primordial para educar de modo virtuoso.
Para evitar los escándalos el Maestro sostiene que debemos “cortar el pie y arrancar el ojo”, lo que quiere decir que debemos huir de situaciones, cosas o personas que nos llevan a caer y a desobedecer a Dios.
No es fácil poner en práctica esto, pues hay circunstancias “que nos encantan”, aunque nos hacen grandes males, como cuando uno obtiene rápidos beneficios económicos, si bien con comportamientos inmorales. El dinero se transforma en ídolo que tiraniza sin piedad.
Otras veces, no tenemos la fuerza necesaria para cortar una relación nociva, por ejemplo, con una amante, porque uno se siente hechizado, y pasa la vida jugando con fuego, hasta que se quema.
Participar de la Misa todos los domingos nos fortalece para no dar escándalos.
Paz y bien