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Indudablemente nos referimos a las innovaciones que comienza a proponer el crimen organizado en estos tiempos. Los criminales se disfrazaron de policías y de agentes especiales de la Senad, plotearon varias camionetas y usaban balizas como si fueran de las fuerzas estatales, tomaron por asalto una comisaría en la cordillerana ciudad de Atyrá, se llevaron una patrullera real para utilizar sus distintivos y evitaron ser perseguidos, además montaron una barrera en plena ruta PY02 para demorar un camión con la carga que buscaban robar. Lo peor es que todo eso lo lograron sin ninguna oposición y sin disparar, un golpe sin sobresaltos para ellos.
Irónicamente todo esto sucedió en la misma semana en que el Gobierno de Santiago Peña iba a entregar una gran cantidad de patrulleras, motos, equipos de comunicación y de movilidad a las fuerzas policiales. Algo completamente necesario y que, esperamos, palie en algo la gran necesidad existente.
Esperamos no presenciar tan pronto el próximo capítulo de esta serie de acción que tiene por protagonistas a las personas “comunes”, a los delincuentes y a los miembros de las fuerzas de seguridad.
Con estos hechos llegamos al punto en el que rogamos no tener que cruzarnos con las bandas criminales que se apropian de comisarías, rutas y mercaderías. No nos queda más que rezar porque lo ocurrido nos demuestra que estamos en sus manos, aunque haya tibias reacciones de las fuerzas de seguridad, la impunidad con la que actúan los delincuentes es por lo mínimo llamativa.
Esperemos que después de llegar al punto de rogar a los delincuentes que no se crucen con nosotros, no tengamos que agradecerles por dejarnos con vida o por solo robarnos sin matarnos. Que así sea.