Comisión garrote, garroteada

La comisión garrote, que se hace llamar pomposamente Comisión Bicameral de Investigaciones, recibió en estos días una soberana y merecida paliza. Dos abogados, que conocen sus obligaciones ciudadanas, desnudaron con inteligencia y coraje la naturaleza perversa de la citada comisión.

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Hacían falta otras voces que se sumen a las muchas que se levantan contra la prepotencia embrutecida de un grupito de parlamentarios que abusan de la paciencia de la gente que les paga el salario.

Los abogados Mauricio Salgueiro y Jorge Gross Brown calificaron a los miembros de la comisión de “ingenuos, ignorantes, prepotentes y populistas”. Y dictadores, le agrego.

Se han escrito muchas y celebradas novelas que describen con maestría los actos bestiales inspirados en militares como Videla, Pinochet, Stroessner, etc. Estos y otros personajes ya no son los protagonistas de la historia. El pasado día 13, el diario madrileño “El País” publicó un artículo de Caio Rubenal. En un párrafo dice: “Llegó el siglo XXI y las democracias nacidas tras la caída de los regímenes autoritarios resultaron endebles: Los jefes de Estado cambiaron el uniforme militar por la camisa y la corbata, pero la naturaleza del poder autócrata permaneció intacta”.

Así es. ¿No sigue intacta la costumbre del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital, de Pastor Coronel, de redactar informes contra los opositores y darlos a publicidad con la intención de difamarlos? ¿No sigue intacta la “orden superior” ante la cual hay que postrarse? Esa “orden superior” que venía de la Casa de Gobierno, de alguna unidad militar o policial, hoy cae de la Junta de Gobierno del Partido Colorado.

“El precio de la paz” le llamaba Stroessner a la corrupción más escandalosa. Hoy, esa misma corrupción es el precio de la democracia. Este precio incluye a la comisión garrote. Ya no es el garrote de los matones de la dictadura. No, es la ley. Una ley bastardeada es lo más parecido al garrote por ser instrumento de barbarie, de presión, de venganza.

Los nombrados abogados fueron exigidos por la comisión a informar sobre la USAID. La respuesta fue: “¿Por qué diablos como personas privadas deberíamos rendirles cuentas”? Les recordaron que el Código Penal les prohíbe revelar lo solicitado y que acudan a la Seprelad, a la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios y a la Corte Suprema. De paso, dieron esta recomendación “a toda la ciudadanía y a otras entidades privadas que no deben dejarse doblegar ante pedidos inconstitucionales que atacan la democracia”.

El siguiente párrafo es para encuadrar: “La ignorancia mezclada con poder es la fórmula perfecta para dinamitar las instituciones republicanas sobre las cuales está fundada nuestra democracia. Si le agregamos a esta fórmula astucia, prepotencia, populismo y teorías de conspiración, entonces estamos comenzando el camino sinuoso hacia una autocracia”.

Ya estamos en la autocracia, o sea, “en manos de una sola persona, sin limitación legal alguna y sin obligación de responder de su ejercicio ante ninguna instancia. Se funda en la fuerza y voluntad de quien ejerce el poder”.

Los abogados Salgueiro y Gross Brown se sorprenden “de la ignorancia supina de pedir una rendición de cuentas por una Comisión Bicameral que no tiene legitimación para solicitarla”. La ignorancia unida a la mala fe causan estragos a la sociedad. Baste con recordar que la comisión garrote es presidida por Dionisio Amarilla, expulsado del Congreso en la legislatura anterior. Cuando regresó, fue echado del Partido Liberal. En ambos casos, por conducta indebida. El otro miembro, entre otros, es Jatar Fernández, tránsfuga, analfabeto funcional, prepotente.

Aplausos a los abogados Salgueiro y Gross Brown por la garroteada a la comisión garrote.

alcibiades@abc.com.py

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