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Esta semana me dieron unas inaguantables ganas de preguntarle lo mismo a Santiago Peña: presidente, ¿le tomó por sorpresa el fuego? Porque nuestros mejores técnicos de la Dirección de Meteorología, de hidrología de la ANNP, los especialistas de las binacionales y otros profesionales concurrentes y expertos ambientales están avisando -por lo menos desde febrero- la situación que se venía. Se sabía acabadamente de una peligrosa sequía, hablaban de una bajante histórica, pronósticos que se han cumplido a rajatabla. Éramos pasto fértil para los tilingos que emprenden quemas para mejorar pasturas.
Además de lo que iban avisando los técnicos, ¿necesitaban cartas del tarot para saber que ingresábamos a escenarios altamente volátiles e inflamables? ¿Qué se hizo con la información que se tenía?
¿Se armó un consejo de crisis y reacción rápida para prevenir y monitorear situaciones, castigar de entrada a los pirómanos? ¡Hay mapas donde se ven los focos de incendio! ¿Se estructuró un equipo que pudiera navegar escenarios de desastres? ¿Se dibujaron grupos de intervención para actuar en casos que se profundizara una crisis? ¿Se previeron equipos, asistencia, contactos que se ocuparan de hablar con países que pudieran darnos cooperación?
Tanto viaje internacional y poses de farándula con otros Presidentes o realezas de otros países debe servir para algo más que para videos y fotos. Es desvergonzado que estemos pagando toda una parafernalia en viajes y viáticos y no se utilicen esos espacios para abrir canales directos para pedir cooperación inmediata para el país ante catástrofes.
Al avión uruguayo se lo convocó tarde. Hay que decirlo.
Todo indica que el fuego pudo haberse iniciado ya en los primeros días de setiembre aunque se mediatizó más tarde. Las cifras que el INFONA ha estado dando a conocer son devastadoras en la zona de Chovoreca: miles y miles de hectáreas de bosques nativos han sucumbido: no es solo la flora, es la fauna, y, sobre todo, seres humanos que aún dependen de esas dos fuentes para vivir. A nivel país, unas 318.000 hectáreas afectadas por incendios, y en ellas, Alto Paraguay el más golpeado. Cayeron unas gotas de lluvia, el milagro para que pudieran descansar los heroicos bomberos profesionales y empíricos, hombres y mujeres, con y sin uniforme, los que sin descanso combatieron. Pero no nos engañemos, están jugando con el fuego, y todos nos quemaremos.