Irreparables pérdidas

Mucho nos queda por analizar, en medio de la emergencia que nos atañe a todos los paraguayos, cuando vemos arder sin control miles de hectáreas de bosques nativos del Chaco Boreal. Los efectos del terrible incendio se sienten con solo respirar al aire libre, lo cual afectó las actividades de millones de estudiantes que tuvieron que resguardarse y suspender actividades, al igual que a la ciudadanía que no acostumbraba en nuestro país a sufrir estos efectos cada vez más terribles.

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Partículas de cenizas podían verse en los vehículos que estaban estacionados en la zona de la Costanera de Asunción, lo cual no sería tan llamativo si no tomáramos en cuenta que los focos de incendios se encuentran a cientos de kilómetros al norte, cerca de la frontera con Bolivia, la zona más remota del Paraguay. Los amarillos días de la semana que pasó parecían sacados de una serie apocalíptica y llena de suspenso, aunque pensándolo bien eso fue lo que vivimos en parte.

Desde que recuerdo, todos los gobiernos se embanderan con el supuesto patriotismo, hablaron siempre de una orgullosa soberanía, pero a la vez abrieron las puertas al “uso y al abuso” de nuestro país como la medida que permitió la deforestación sin límites en la Región Occidental durante el gobierno de Cartes. Es más que evidente que las quemazones no permitidas, y que aún así se realizaron, no pueden ser calificadas de un simple daño colateral en nombre del “progreso”.

Posiblemente ya nadie espera que se produzcan castigos ejemplares a los responsables de tan irreparable daño ecológico, económico y de salud que afecta a la población, pero debería ser lo mínimo que se puede hacer aunque la flora y la fauna de ese ecosistema único posiblemente no se recupere o lleve muchos años de trabajo y recursos lograrlo.

No sé si hablo solo por mí al decir que nos cansan y nos tienen hastiados esos discursos gritones de patrioterismo y soberanía cuando al mismo tiempo permitimos que nuestra propia casa quede reducida a cenizas, completamente arrasada, y además nos vemos obligados a pedir ayuda a los países de la región para el combate del imparable fuego. Digamos que no demostramos tanta autosuficiencia al respecto y seguimos sin tener en cuenta la prevención.

Mientras nosotros recurrimos antes a Chile y ahora a Uruguay pidiendo en préstamo un avión que pueda combatir las llamas, Bolivia (también azotada por los incendios) anuncia que sembrará nubes desde un avión Hércules C-130. No sabemos si están definidas nuestras prioridades, pero combatir incendios forestales no parece estar en la lista hasta el momento en el presupuesto.

¿Qué dirían los cientos de miles de paraguayos que ofrendaron hasta sus vidas para defender esas tierras? Lo mejor sería ni imaginarlo.

arturo@abc.com.py

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