Aprender de nuestros errores

En el 2019, el fuego destruyó más de 500.000 hectáreas en la zona del Chaco, de las cuales 350.000 correspondían a la zona de los grandes parques, como Chovoreca, Río Negro, Cerro Guaraní – Timané y parte del Defensores del Chaco. El desastre natural estaba consumado y, tras el incendio, el panorama era desolador. Las imágenes de la destrucción del ecosistema reflejaba un apocalipsis.

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Parte de la culpa de aquel crimen ecológico la tuvo el gobierno de aquel entonces, debido a la tardía reacción en contratar los aviones hidrantes.

Pasaron varios días para que las autoridades se decidan a enviar este tipo de ayuda a la zona, pues gran parte del daño a la naturaleza y a los productores de la zona estaba consumado.

Algo similar sucede de nuevo con los incendios que se están registrando en la zona de Chovoreca. El fuego se inició el pasado 2 de setiembre y los primeros bomberos y militares que llegaron al zona para combatir el fuego se produce el domingo 8. En tanto que el ansiado y esperado avión hidrante llegó el jueves pasado. O sea, de nuevo el Gobierno reacciona de forma tardía, pues se dejó crecer a la bestia roja que hasta la fecha ya destruyó más de 170.000 hectáreas de campos y bosques nativos.

Sólo aquellos que estuvieron por la zona podrán dimensionar el daño que ocasiona este tipo de grandes incendios forestales a la rica biodiversidad del Chaco. Numerosos animales silvestres muertos, la destrucción de especies de flora y ni qué hablar de los daños al sector de la ganadería.

El Estado paraguayo carece de aviones hidrantes para combatir de forma rápida los incendios forestales. A esto se le suma la falta de aeropuertos en el Alto Paraguay con la estructura para que puedan operar este tipo de aeronaves. La pista más cercana y la utilizada es el aeropuerto de Mariscal Estigarribia, distante más de 300 kilómetros de la zona de los desastres naturales.

Viendo lo que sucede no solo en nuestro país, sino en toda la región con relación a los incendios forestales, el Gobierno debería pensar en contar con aviones propios hidrantes y construir una pista de todo tiempo en la lejana Bahía Negra, que no solo servirá para el combate al fuego, sino para sacar del aislamiento a los pobladores del lugar.

Solo se trata de voluntad política y patriotismo para realizar estas obras.

Si no aprendemos de nuestros errores para dar soluciones efectivas a este tipo de situaciones, en pocos años más, nuestras últimas reservas boscosas serán pura historia.

calmiron@abc.com.py

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