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Se originó como amparo y reparo de la conquista y colonización y fue la salvación de la gran empresa colonizadora de Don Pedro de Mendoza, que tuvo que retornar a la metrópoli porque la primera Buenos Aires fue un suplicio en materia ambiental y la agresividad de los nativos. No sobrevivió mucho, hasta su reconstrucción a partir de Asunción en 1580.
Uno lee las crónicas de antaño, observa las fotografías y postales de otrora y se pregunta a dónde fueron a parar los encantos de esa ciudad. Y nos referimos a lo material, porque naturaleza aún persiste en la vegetación y el entorno privilegiado.
Cada cronista europeo o de cualquier punto del planeta que llegaba por estos lares quedaba prendado a su suelo.
Pero el prebendarismo y la politiquería han sido la peor desgracia para Asunción. Cuando la ciudad cae en manos de improvisados, malos administradores e ineptos el resultado está a la vista. Es abismal la diferencia entre la esencia de esa urbe de hace décadas con la actualidad.
“Mi padre advirtió que la política nunca entraría a la Municipalidad”, dijo en una entrevista en 2010 Brunhilde Guggiari de Masi, hija de uno de los mejores intendentes que tuvo Asunción en el siglo XX, Pedro Bruno Guggiari, cuyas obras y decisiones marcaron la ciudad. Tenía sobrada honestidad reflejada en el manejo de la cosa pública. Pero, “el no era político. Era un científico cuya vocación era el bien común”, apuntó Brunhilde.
Uno de sus antecesores, el Arq. Miguel Ángel Alfaro, europeizó la capital paraguaya con obras urbanísticas y artísticas y la llenó de paseos y jardines. En apenas tres años la transformó y sus obras también quedaron para las generaciones futuras. Aún hoy son motivo de orgullo y admiración.
En el municipio, en teoría “no hay plata para invertir”, pero los millones de bonos que debían ir a obras, la administración de Óscar “Nenecho” Rodríguez los empleó en gastos corrientes, revelaron investigaciones de nuestro diario.
Si bien el Gobierno Central dotó a la ciudad de dos Costaneras, es lo menos que puede hacer por la Capital de la República. Las instalaciones urbanas son paupérrimas, los principales parques siguen a la deriva y la Comuna ni siquiera pudo rescatar la vieja Costanera de los años 20 en los bajos del Cabildo. Asunción necesita que se la rescate de tanto oprobio.