El Proyecto Hambre Cero: Un compromiso de todos los paraguayos

Proyectado desde el Gobierno central y aprobado después de algunas idas y vueltas, posteriormente socializado en forma masiva de tal forma que no hacen falta más presentaciones, el Proyecto Hambre Cero está en ejecución en Paraguay. Grandes discursos y hermosas promesas, que generan una expectativa enorme en relación a los resultados, y también algunas justificadas dudas en cuanto a su correcta ejecución.

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Sobre el proyecto en sí: Nadie puede alegar que la intención como tal y el objetivo son demasiado loables y que redundarán solamente en beneficios para la población, comenzando por los niños, un capital invaluable y lastimosamente relegado. Y es aquí donde debemos empezar a analizar con mucho patriotismo el desafío que tenemos frente a nosotros. Porque llevar adelante acciones para nutrir mejor a los niños y de esa forma posibilitarles aprovechar mejor las horas cátedra es fantástico, pero implica también reconocer que no se está haciendo. Y eso, es una vergüenza, o por lo menos debería serlo.

Una vergüenza reconocer que, desde hace décadas, sucesivos gobiernos asignan presupuestos insuficientes a la educación. Presupuestos que además de insuficientes, están plagados en su ejecución de vicios, verdaderos parásitos entre los que la politización de la cartera responsable y la mala administración de los -de por sí- escasos recursos estuvieron y están a la orden del día.

¡Bien! En este sentido por las buenas intenciones, pero que no se queden en esto, y allí es donde comienza el verdadero desafío. La semana pasada se denunciaba el robo de insumos de la merienda escolar del depósito de una institución educativa, y no solo eso, sino que lo robado era vendido por fardos en un mercado de la misma localidad. Mal por la escuela que no previó un lugar seguro, mal por la Supervisión que no hizo su trabajo. Pero veamos eso como una oportunidad de mejora, para que no vuelva a ocurrir. Y una sanción ejemplar a los responsables, tanto del robo como del descuido en el cuidado de los alimentos, sería muy auspicioso.

Algo similar ocurrió en otra escuela, en donde se echaron a perder insumos que debían mantenerse en fresco. Aquí debe haber un responsable de este descuido, y debería tener una sanción. En caso de que la conservación en frío no haya sido prevista desde un comienzo, no cabe duda de que el desafío de detalles, pequeños y grandes, debe ser cuidado con mucha más atención.

De manera alguna se intenta desde este humildísimo espacio restar importancia o credibilidad a esta acción, que implica miles más, y que deben redundar en el beneficio de la sociedad paraguaya. Pero sí debemos recordar que estamos hartos de proyectos que se inician con gran pompa durante un gobierno, para caer en el olvido en el siguiente. Allí es donde queda en evidencia la falta de un plan maestro, que se lleve a cabo en forma consistente a través del tiempo. Siempre habrán pinceladas o matices del poder de turno, pero el rumbo en sí no se debe torcer.

Misma cosa con la provisión por parte de los adjudicatarios, que deberán adquirir el 10% de los productos de la agricultura familiar y un 5% de las Mypimes. Este aspecto del proyecto, cuyas ratios de provisión está previsto ampliar cada año, son demasiado auspiciosos por el beneficio que generarán a estos sectores. Importantísimo: El trabajo previo con los mismos para allanar todos los aspectos relacionados a volúmenes a ser proveídos y previamente producidos, almacenaje y transporte, además de la adecuación a los documentos requeridos, como son las habilitaciones sanitarias y expedición de facturas. No sea que después nos encontremos con las excusas de siempre.

La apatía ciudadana, la desconfianza hacia las instituciones y el descrédito que generan por los errores del pasado deben quedar de lado y dar lugar a otro tipo de actitud. Todo el aparato público tiene que hacer una sinergia con la ciudadanía para apuntar al objetivo principal: erradicar el hambre en Paraguay. Indispensable para ello es la participación ciudadana para el monitoreo de todo el proyecto, asegurar la transparencia y denunciar cualquier intento de politizarlo.

Se quejan del gobierno, pero no barren su vereda” solía repetir una vecina de avanzada edad, guapísima ella, que le daba con frenética alegría a la escoba todas las mañanas bien temprano al frente de su casa. Y tenía razón. No basta con quejarnos, sea en la rueda de amigos o, como es lo más común últimamente, en las redes. La auditoría ciudadana, el celo en el control que ejerzan los padres y toda la comunidad educativa, serán de vital importancia para el éxito de este proyecto.

Estemos a la altura como sociedad para realizar todos juntos este esfuerzo colectivo, que no solamente beneficiará a las generaciones actuales, sino que también sentará las bases para un futuro más equitativo y sostenible para todos.

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