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El pedido del Gobierno de acelerar la salida del embajador norteamericano Marc Ostfield por el hecho de haber sido el portavoz de las sanciones a la tabacalera ligada al expresidente Horacio Cartes es una falacia. Es decir, es sabido que los tiempos de las misiones diplomáticas son establecidas de antemano y son plazos que se cumplen inexorablemente.
Esto sucede tanto para esa representación diplomática como para la de cualquier otro país. En tal caso el gobierno paraguayo puede expresar su descontento, sin embargo, queda en ridículo y nos convierte en los gladiadores de lo erróneo en una lucha que Paraguay blande la espada para “defenderse como Estado” por una situación particular de una empresa privada.
Ciertamente hace un par de semanas se anunció que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, había elevado al senado de su país el nombre de Gabriel Escobar, sucesor de Ostfield porque los plazos se han cumplido y es hora del recambio.
Pero ese recambio se daría porque es algo contemplado dentro del proceso natural en la carrera diplomática, no por el zapateo de alguien que se enojó porque no le gustó el rostro, el tono de voz u otra cosa del representante coyuntural de EE.UU. en Paraguay.
De acuerdo al comunicado oficial emitido horas después de que el embajador de EE.UU. haya sido convocado por Cancillería, al Gobierno de Santiago Peña le molestó que Ostfield “mediatizara y politizara” la comunicación de la ratificación de las sanciones contra la tabacalera.
Sin embargo, el canciller Rubén Ramírez aclaró que el Gobierno no hace juicio de valor sobre el uso de herramientas administrativas que se enmarcan en la legislación americana.
La crítica se centra en la forma en que fueron comunicadas estas medidas por parte del actual embajador. Esta postura surge también luego de una fuerte presión del cartismo, con críticas recurrentes y ofensivas hacia Ostfield.
Pareciera que más bien el Gobierno (o quien lo maneja por detrás) tiene algo en particular contra Ostfield porque en la historia de las designaciones que han sido mediatizadas de la misma manera, inclusive algunas con mayor parafernalia, nadie se sintió ofendido ni emitió comunicados como el del viernes pasado que pueden poner en entredicho la larga trayectoria de relaciones bilaterales y de cooperación entre Paraguay y Estados Unidos.