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Cuando todavía ejercía el periodismo diario, mis hijos esperaban ansiosos el ejemplar de ABC Color, que iba conmigo a casa a la hora del almuerzo. Hoy, mis nietos ya no cargan con esa ansiedad y aprenden a usar el celular aún antes de hablar.
La sana competencia en el amplio espectro de la libertad de expresión es por quién logra la atención del público, y en el marco de esa expectativa surgieron los medios de comunicación, entre los cuales el más antiguo es el diario impreso. Pronto se descubrió que la cuestión no era quién lograba atraer mayor cantidad de público, sino quién era más confiable. En otras palabras, quién se ubicaba más cerca de la verdad.
Pasaron más de 400 años desde la aparición del primer periódico impreso (1.605) y todavía los diarios impresos siguen siendo instrumentos cruciales en la cruzada de informar con responsabilidad, en crear opinión pública y promover cambios sociales y políticos significativos. Cuando decimos “los diarios impresos siguen siendo…”, no estamos hablando de todos los diarios.
¿Por qué? Comprobado el poder de los medios y en particular la influencia de los diarios en la decisión política e ideológica de la gente, la propiedad de muchos de ellos cayó en manos inescrupulosas, las cuales contaminaron su misión con bastardos intereses políticos y pusieron sus nobles fines para confundir y ocultar oscuros manejos económicos, además de banalizar la triste realidad con sensacionalismo barato.
ABC Color nació en el año 1967 en un contexto de cruento totalitarismo del cual buscó sacudirse y fue acallado por la dictadura durante un lustro completo para volver a surgir para insertarse, esta vez, ya en un nuevo ambiente de democracia. Sin embargo, no se deja engañar tan fácilmente por los nuevos cantos de sirena del antiguo régimen, y sigue bregando por las libertades de prensa y expresión, además de combatir de frente a la corrupción.
Con 57 años de vigorosa vida, ABC Color diario tiene aún mucha tela por cortar, a pesar de la inundación de medios digitales, de las redes sociales y de las torcidas jugadas políticas de todos aquellos que tratan de esconder la mano de la sucia corrupción.
Hoy por hoy, la competencia no se mide por la cantidad de medios que una persona pueda concentrar en sus manos, ni por la cantidad de ejemplares que escupen las imprentas, tampoco de los números favorables que registran los íconos digitales ni de los trolls al servicio de un patrón del mal.
La trascendencia de los medios de hoy pasa por la percepción que tiene la opinión pública de un periodismo de calidad que la representa y la ayuda a pensar e interpretar la realidad, a pesar de los ruidos falsos. La credibilidad en la trayectoria sigue siendo un buen negocio en la prensa escrita, algo que ABC cuidó siempre en su línea periodística y en la formación de sus periodistas. Razón más que suficiente para sentirnos orgullosos de haber pasado por esa escuela y motivo fundamental para seguir contando con el apoyo invalorable de la gente.