Pan para todos

Interrumpimos la lectura de Marcos, y durante cinco domingos vamos a leer Juan, capítulo seis, que es el “Discurso sobre el Pan de Vida”.

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Hoy consideramos la multiplicación de los panes y pescados, y cómo Jesús alimentó a miles de personas que le buscaban.

Él se da cuenta del hambre que les azotaba, no permanece insensible y esto es un consuelo para nosotros: lo que pasa en nuestra vida es importante para Dios, que no está distante, conoce nuestras necesidades, y nuestras enfermedades.

No raramente nos quejamos de que Dios “no nos escucha”, cuando en realidad toda la Biblia es una respuesta de su amorosa solicitud. Pero también hemos de admitir que tenemos algunas manías displicentes, y no colaboramos como deberíamos hacerlo.

Otro aspecto significativo es el gesto de aquel joven, que tenía cinco panes y dos pescados, que para él mismo sería suficiente, pero se dispuso a compartir.

Hay muchas riquezas en el mundo, sea la tierra, el agua, los bienes producidos por el ser humano, como la comida y las medicinas. Sin embargo, delante de las carencias del semejante, el problema más grave es la codicia insaciable de unos, y la fría indiferencia de otros: la cruda indiferencia es uno de los síntomas preocupantes de la sociedad moderna.

El ejemplo de Cristo tendría que incomodarnos, llevarnos a cambiar de actitudes y a abrir el corazón, y el bolsillo, de modo más eficaz.

La multiplicación de los panes es un signo que deja tres mensajes, que tendríamos que interpretar y manifestar en nuestra vida.

El primero es de carácter mesiánico, la llegada del Reino de Dios entre nosotros, como una fuerza viva y victoriosa.

El segundo es la referencia a la Eucaristía, cuando Jesús habla claramente: “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

Finalmente, la referencia eclesial, pues la Iglesia está peregrinando por este mundo, alimentada por Jesús y los apóstoles, en camino a la patria celestial.

Este milagro, el único narrado por los cuatro evangelistas, nos motiva al milagro de amar y compartir, de ser solidario, de saber vencer el reto de amontonar de modo neurótico.

También el gesto de “recoger las sobras” indica que hay que esquivar el derroche y celar más por las cosas, sea comida, ropa, zapatos, auto, aparatos, de modo que duren más tiempo.

Finalmente, este domingo, celebramos la “Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos”, y el papa Francisco nos exhorta a mostrar constantemente más afecto hacia ellos, cuidando para que no sufran una áspera soledad.

Paz y bien

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