Somos muy mal ejemplo

Con frecuencia, a la nueva generación se la tilda como una generación de cristal, porque no soportan la frustración o simplemente porque no son tan fuertes como para enfrentar estoicamente al mundo de la actualidad.

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Parece que algunos olvidan que las nuevas generaciones fueron criadas y educadas por las “antiguas generaciones”, esos que se jactan de la fortaleza para soportar muchos hechos adversos, algunos de los cuales aberrantes.

En vez de buscar mejorar las condiciones de vida de la población más joven, se pretende orillar a seguir soportando situaciones adversas y poco sanas como la violencia en todas sus formas, abusos sexuales, explotación laboral, discriminaciones en diversas facetas, entre otros hechos.

Es preferible que las nuevas generaciones se sacudan ante estos hechos en vez de normalizarlos como se hacía anteriormente y de hecho se sigue haciendo en gran medida en la actualidad.

En las últimas semanas ocurrieron varios violentos asaltos domiciliarios en diversos puntos del Alto Paraná, uno de los cuales ocurrió en Presidente Franco, ocasión en que un padre de familia fue sorprendido en su casa en horas de la madrugada, junto a sus dos hijos pequeños de 2 y 9 años.

Durante el atraco mencionado, en su inocencia el hijo más pequeño tomó su pistola de plástico y salió a buscar a los asaltantes en su afán de defender a su familia.

Esos chicos presenciaron a los ladrones derribar la puerta de sus habitaciones, vieron cómo golpearon a su padre y lo despojaron de sus pertenencias. Ese es el ejemplo que les estamos dando a las nuevas generaciones, es lo que están aprendiendo todos los días y no solo mediante las redes sociales sino en forma presencial, en vivo y en directo.

Las nuevas generaciones son fruto y producto de lo que nosotros les estamos mostrando, de lo que nosotros les estamos enseñando. Entonces, mal podríamos culparlos de su comportamiento, porque les estamos dando un pésimo ejemplo a los nuevos habitantes de este mundo.

Existe una gran deuda social con la población infantojuvenil de nuestro país. Debemos primero reconocer esta grave falencia y entre todos buscar dejarles enseñanzas más saludables, más pacíficas y de más conciencia.

tereza.fretes@abc.com.py

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