El Ministerio Público, falta de confianza, mucha desconfianza, poca credibilidad

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) describe la confianza como “la esperanza firme que se tiene de algo o de alguien”. A la desconfianza, “falta de confianza, el escepticismo, la incredulidad”.

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La confianza lleva implícita una creencia, una suspensión de la incertidumbre, una hipótesis sobre las acciones y las conductas futuras de los demás. Hace a las habilidades necesarias para cumplir satisfactoriamente una tarea.

Confiar y desconfiar significan creer o sospechar sobre una posibilidad futura vinculada con alguien o algo.

La credibilidad se obtiene cuando aquello que se dice es creíble, cuando se es capaz de convencer, mientras que se diluye cuando existen evidencias o sospechas de que aquello que se dice no se ajusta a la verdad, esto es la desconfianza.

Entre los grandes puntales de toda democracia se encuentra la confianza. Es que toda democracia radica en la confianza, cuya inobservancia arrastra el quebrantamiento del principio de buena administración. Sin confianza, las democracias inexorablemente se degradan. La confianza institucional es un factor clave para la sociedad y uno de los requisitos fundamentales para una buena gobernanza. O se confía o se desconfía.

Una de las principales preocupaciones de la ciudadanía es la falta de confianza en las instituciones públicas.

Y estas previas aclaraciones las hago en atención a que la población paraguaya cada vez se siente más decepcionada de las instituciones fundamentales ante el alto grado de desprestigio de las mismas a consecuencia de acciones de corrupción y aprovechamiento ilícito que se desencadenan en las instituciones.

Diariamente somos testigos de cómo son cuestionadas, con menor o mayor fundamento el Poder Ejecutivo, ni qué decir el Legislativo, el Poder Judicial, la Policía, la Senad y, últimamente, la Fiscalía General, que han generado cada vez mayor desconfianza.

Referente a la Fiscalía, la percepción social del funcionamiento de la misma en casos emblemáticos es preocupante, pero no sorprende. Se habla mucho, y con razón. El juicio de valor sobre que ella ha recibido durante los últimas años y más acentuado en los casos emblemáticos recientes (Pecci e imputaciones a un exmandatario y funcionarios del gobierno anterior) han alterado la poca confiabilidad en aquella. Podría decirse que nada ha faltado para generar su desconfianza. La impunidad de muchos autores en su mayoría aferrados al poder político no es el resultado de las malas decisiones de los jueces de garantía, como muchas veces se insiste en la opinión pública, sino del déficit en el trabajo de investigación realizado por el Ministerio Público.

Probablemente pocos episodios ilustren tan bien la decadencia de una institución como lo es la Fiscalía con los casos mencionados en cuanto a confianza, credibilidad y desconfianza. Las actuaciones de los principales operadores de dichos casos, meramente ejemplicativos, pero paradigmáticos, los hay muchos, han demostrado poca integridad, pulcritud y casi nula gestión de transparencia. Por ello se desconfía en la misma. Por ello se sospecha y esto acontece cuando se desconfía. Es preocupante el auge de la desconfianza en actores que irónicamente deberían ser los que más confianza deberían inspirar. La desconfianza corroe su buen funcionamiento.

La ciudadanía necesita de una Fiscalía que respete sus derechos, actúe de forma rápida y eficiente, sea transparente y rinda cuentas de su gestión. La transparencia es un requisito esencial para que las personas confiemos en las instituciones públicas y en el caso de la Fiscalía recuperemos la confianza en ella.

Recuperar la confianza en la Fiscalía requerirá mucho esfuerzo y esto porque para ello deberá basar su actuación en la transparencia y la muestra de evidencias.

aamonta@gmail.com

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