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Un ejemplo son las “mamás”, llamadas también “tías”, de los hogares de niños en situación de riesgo. Estas mamás del corazón dedican su vida a niños y niñas que llegan a los hogares, muchas veces, vía orden judicial. En este proceso, a esas mamás les cuesta no involucrarse emocionalmente con las realidades de estos pequeños.
Algunos de ellos provienen de hogares irremediablemente rotos, algunos en contextos en los que las mamás se encuentran privadas de su libertad o cuyas familias directamente rechazan hacerse cargo de ellos.
Ellas saben del dolor emocional, saben de los dolores físicos, saben de las potencialidades y debilidades académicas, hacen las tareas con ellos, cocinan, lavan y planchan… y les brindan ese amor que estos chicos y chicas no han sabido encontrar en el seno familiar. Pero en el Día de la Madre, muy difícilmente la recuerdan u homenajean porque es una realidad de que el deseo latente de tener el favor de las “madres verdaderas” crece exponencialmente en estas fechas y el rol de ellas es olvidado, de manera consciente o no, por esos chicos y también por la sociedad.
Hay un caso el de la “Tía E” (obviamos su nombre para preservar su privacidad, quien tiene a su cargo algunos chicos y chicas en situación de riesgo social y también sanitario. Ella sabe de cada herida emocional y física de sus “hijos”. Sabe de sus ilusiones y anhela como como si fuera una “madre verdadera”, que su hijo M se convierta en el gran futbolista que quiere ser y a quien alienta a no rendirse en las prácticas.
M es un chico que ha recorrido muchos hogares, tiene 16, y está en proceso de adopción. “Pero no lo logra”, dice la “Tía E”, a quien se le aguan los ojos al contarlo. En el Día de la Madre recordemos también a estas madres “no madres” que lo entregan todo y les ponen pecho a las adversidades recibiendo a esos hijos que la vida les pone enfrente de manera temporal. Ayudémoslas con un detalle, con aportes para su causa, con una conversación, porque ellas también sienten, sufren y tienen la ilusión de un futuro mejor para esos hijos que la vida les prestó.