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Esta semana que pasó pronunció un discurso en la Universidad de La Sorbona de París en el que, en el mar de sus habituales contradicciones, dejó ver la realidad de la Unión Europea (UE), de cuyo liderazgo Macron se vanagloria. Las rendijas que abrió Macron confirman lo que los cipayos paraguayos al servicio de la Unión Europea trabajan por ocultar.
Lo primero del discurso es lo que Macron no dijo: Nada de la democratización de la UE.
Por eso remarcó su apoyo a la radicalización autoritaria de la UE enfatizando que “los valores europeos” (?) “se ven cada vez más amenazados por la desinformación y la propaganda”, en referencia a las normas que establecen y formalizan la censura en la UE (que expuse aquí mismo en el material titulado “Repetir a Stroessner” el pasado 31 de marzo).
También reivindicó la política colonialista de la UE, de la que es expresión funcional su Reglamento 1115 (R1115), que los cipayos paraguayos que complacen al embajador García de Viedma quieren imponernos: “La UE también debería hacerse oír más en el frente diplomático, y establecer más asociaciones recíprocas con terceros países… que también sabe cómo hablar con todas las regiones del mundo: con los países emergentes, con África y con América Latina”.
Pero entre esas confesiones orwellianas (George Orwell, “1984″), Macron no pudo evitar reconocer que la UE no es la superpotencia que sus jerarcas quieren proyectar: “No estamos ahí porque regulamos demasiado, invertimos muy poco, somos demasiado abiertos y no defendemos nuestros intereses lo suficiente”.
Macron puso en evidencia, en La Sorbona, que el modelo productivo de la UE, que nos quiere imponer por fuerza colonialista mediante el R1115, es un fracaso en Europa. Un fracaso sin atenuantes que requiere “oleadas de simplificación de las normas”. En contraposición a su diagnóstico, en nuestro país, el R1115 agregará costos burocráticos enormes, como en Europa, que reducirán nuestra competitividad ya lastrada por la mediterraneidad y nuestra imposibilidad política de venderle directamente a China; que mermarán el tamaño de nuestro sector agropecuario, imposibilitándole seguir sacando paraguayos de la pobreza y que concentrarán la propiedad del sector en los socios de la CAPPRO, tal como la misma UE hace, en calidad de cómplice, en Ucrania.
Y confesó sin quererlo que tienen un problema también con los costos de la energía: “Atrás quedaron los días en que Europa compraba su energía y fertilizantes a Rusia, subcontrataba su producción a China…”.
Fiel a sí mismo, incoherente, Macron propuso en La Sorbona radicalizar la vía europea al hundimiento: “En los últimos años se han tomado medidas positivas, pero, no obstante, no estamos avanzando a gran escala… los objetivos de la UE de ser neutra en carbono, mantener un modelo socioeconómico… una política industrial para impulsar los llamados sectores verdes”.